El Gobierno de Rajoy está infligiendo un castigo enorme a la agricultura almeriense, al principal motor de nuestra economía, o lo que es lo mismo, está condenado a nuestra provincia a la miseria y a la desesperación más absoluta. Lo peor de todo es que lo hace a sabiendas, con pleno conocimiento de los problemas por los que pasa el sector y, aún así, es incapaz de mover si un solo dedo por solucionarlos.
El acumulado del daño, del agravio y de su especial inquina hacia esta tierra, es total en todos los ámbitos agrícolas hacia donde miremos. Se han negado a aprobar una rebaja fiscal para la provincia, sabiendo como saben de las inclemencias meteorológicas que afectaron a todos los cultivos la pasada campaña. Rechazan arbitrar medidas para ayudar a superar la sequía extrema que padece nuestro campo, con pérdidas millonarias tanto en la agricultura como en la ganadería.
Miran para otro lado cuando nuestros agricultores reclaman que se elimine el ‘tarifazo’ eléctrico que hace inviables sus explotaciones o cuando piden que se exija a la Unión Europea un control estricto en los cupos de exportación de países terceros. Muestran su desprecio más absoluto por Andalucía y por esta provincia cuando nos tratan de manera discriminatoria en el reparto de los fondos de la Política Agraria Común (PAC), donde nuestra comunidad pierde más de 500 millones de euros.
Todo lo que se puede hacer contra la agricultura almeriense, que mueve miles de millones de euros anualmente, que da trabajo a miles de personas y que es el sustento de decenas de miles de familias, por la riqueza que genera y por el empleo directo e indirecto que proporciona, lo está ejecutando sin ningún tipo de rubor el PP a golpe de guadaña.
Almería cultiva unas 34.000 hectáreas de invernadero y al aire libre, una cifra que dice a las claras lo que se juega nuestro campo a día de hoy y en el futuro más cercano. La campaña, a falta del cierre definitivo de las cifras, ha sido desigual para muchos agricultores, sobre todo para aquellos que cuentan con pequeñas explotaciones familiares que, en algunos casos, han podido compensar el descenso de los precios que se ha registrado aumentando el rendimiento, a base de echarle más trabajo y dinero a la tierra que cultivan.
Este esfuerzo, sin embargo, no se ve recompensado de ninguna manera por quién tiene la facultad, la potestad de apostar de manera decidida por el que es nuestro principal sustento económico. Nada esperan ya nuestros agricultores de este desalmado Gobierno ni de sus representantes políticos en Almería, de un Partido Popular que se esconde y se calla de forma cobarde.
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