Vacaciones:peligros yamenazas

Todas las personas que afortunadamente pueden contar en la actualidad con una situación laboral medianamente estable, alcanzan estas fechas con una comprensible aspiración de paz y sosiego. Ahora que nuestras vidas se encuentran encadenadas permanentemente al vínculo/eslabón de esa tecnología que nos sirve y domina incansablemente, se hace necesario el parón, el alejamiento y la ausencia. Apagar el móvil, vamos. Pero por incomprensible que parezca, a medida que se acerca el esperado momento del abandono temporal del duro banco remero, siempre aparece algo o alguien con el indeclinable empeño de destrozar nuestra ilusión y llenarnos de angustia. Y no hablo de las inesperadas visitas familiares; me refiero a la moda que han cogido los diferentes medios de comunicación intentando amargar las vacaciones del personal. Hagan un repaso de lo que se publica cada inicio de verano y en los contenidos de ciertos programas y se sorprenderán de la gran cantidad de avisos precautorios en todos los frentes. De entrada, la Policía nos advierte en tono severo de los riesgos de comentar nuestros propósitos vacacionales en las redes sociales, para evitar así que nuestra falta sea aprovechada por asaltantes y malhechores. Los médicos nos atormentan con los peligros de las dietas de chiringuito y heladería, tan propias e inevitables estos días. Los naturalistas nos alertan de los padecimientos que nos acechan en el mar y en la montaña a través de todo tipo de animales y plantas urticantes, cuando no letales. Los psicólogos nos aconsejan qué debemos hacer con nuestra pareja para esquivar las zozobras y quebrantos emocionales y las entidades financieras nos recuerdan –encima- lo fácil que es darle alegrías a la tarjeta de crédito. Lamentablemente, no hay término medio en donde se nos hable de una sencilla tumbona, un sombrero, un libro y una mirada tibia alrededor de ese escenario. Justo lo que uno piensa hacer en las próximas semanas.