Estaba soñando

De pronto me veo sentado enfrente de Vladimir Putin, presidente de Rusia. Encuentro en él a un hombre amable, que al verse solo con frecuencia, agradece mi conversación. Lo primero que comentamos ha sido  la orden que ha dado de comprar nada a la Unión Europea.

Le recuerdo que soy de Almería y que mucha gente vive dedicada al cultivo de frutas, verduras y hortalizas. Que la mayor parte las exportan al extranjero. Que especialmente Rusia se está convirtiendo en uno de nuestros principales clientes. Como consecuencia de la orden que has dado, nuestros agricultores temen que bajen los precios de sus frutos y esperan que pronto haya una solución.

Putin me dice que se ve obligado a dar dicha orden porque la Unión Europea está haciendo lo mismo con Rusia. Le hago ver que esta situación perjudica a todos y no puede seguir. No hay más remedio que sentarse a hablar y encontrar una solución favorable.

Vladimir se muestra comprensivo y dice que el origen de todo es el conflicto de Ukrania. Su parte más oriental tiene muchos partidarios de unirse a Rusia. El Gobierno de Ukrania no lo ve bien y como consecuencia llega la guerra.

Putin dice que no puede permanecer impasible viendo a los suyos caer bajo el fuego enemigo. Como está mejor dotado de armas sabe que fácilmente ganaría a los ukranianos, pero al mismo tiempo teme que la OTAN intervenga, lo que daría lugar a una destrucción total.

Estamos convencidos de que vivimos en una situación complicada y conviene poner los medios para que la tensión vaya bajando, hasta hacerla desaparecer. Intento convencerlo de que la tendencia de la Humanidad es ir haciendo una sola familia en la que todos nos ayudamos. 

Coincidimos en que debemos llegar a la conclusión de que Ukrania debe permanecer íntegra, dejando a cada una de sus regiones que viva de acuerdo con sus usos y costumbres. Termino diciéndole que Rusia lleva camino de convertirse en una hermana muy influyente de aquella familia, a la que cada día queremos más. Luego me he despertado.