Los dirigentes populares, en especial las mujeres, tienen una pública afición a encomendarse a la virgen que les pille más cerca para que alivie los problemas que deberían resolver la autoridad competente. Inició la senda la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, quien rogó a una imagen andaluza la creación de los puestos de trabajo que no deparaba la coyuntura económica. Eran los tiempos en los que los datos del INE, pero sobre todo los de la EPA, desmentían los buenos pronósticos que “vendía” Montoro.
Ahora le toca a la alcaldesa Ana Botella. A menos de un año de las elecciones municipales no conviene tentar a la suerte no vaya a ser que se aplique el dicho de “el que fue a Sevilla perdió su silla... o el sillón”, que ese duele mucho más. Así que, en un baño de popularidad y acompañando en el tórrido estío capitalino a los que no han podido salir de vacaciones por no tener empleo, Botella ha asistido a la ofrenda a la Virgen de la Paloma, a la que muchos consideran patrona de Madrid. No ha desaprovechado la coyuntura para declarar que le ha pedido empleo “pese a que las cosas van mejor ahora”. La frase no deja de ser una contradicción. ¿Para qué acudir al cielo si las cosas van mejor? No deben tener mucha confianza en la gestión de la crisis que están llevando a cabo ellos mismos cuando se recurre tanto a la divinidad.
En cualquier otro país europeo llamaría la atención estos ruegos religiosos pero aquí están ligados a un casticismo que se resiste a desaparecer y al que es muy afecto el Partido Popular, cuyos dirigentes no suelen perderse procesión que se precie o acto litúrgico de relumbrón. Un ejemplo reciente ha sido el de la ministra de Sanidad, Ana Mató, desaparecida durante la operación de rescate del misionero Pajares pero que reapareció para el funeral del religioso y no perdió la ocasión de alabar la gestión de su departamento.
Por cierto que, a la “bajada” de la imagen de la Virgen de la Paloma, asistió juntó a Botella el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Javier Rodríguez, médico de profesión, también pidió a la patrona más salud porque así se podría ahorrar en la Sanidad Pública.
Tanto quiere ahorrar que no se les han efectuado las pruebas del contagio del Ebola a los sanitarios, médicos y enfermeras que estuvieron atendiendo al misionero fallecido. Como ellos mismos denunciaron se les ha recomendado ponerse el termómetro dos veces al día. Eficaz medida ¡Vive Dios! frente a un virus tan mortal y contagioso como el Ebola.
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