Está lejos del Top Ten, pero Madrid es la única ciudad española en la lista de las ciudades más influyentes del mundo. También París es la única francesa, aunque ocupa la tercera plaza del ranking. Y también Londres es la única británica, pero se ha alzado con el número uno. En segundo lugar, por muy poca diferencia, Nueva York. La clasificación demuestra que el mundo se inclina hacia el Este.
Los números cantan: cinco de las diez primeras ciudades pertenecen a la región Asia-Pacífico. Resto del Top Ten, que en realidad son doce: Singapur (4), Tokio (5), Hong-Kong (6), Dubai (7), Pekín (8, empatada con Sidney), y Los Angeles (10, ex aequo con San Francisco y Toronto).
O sea, sólo dos europeas entre las privilegiadas. Del resto de las 58 áreas metropolitanas que se han catalogado hay otras nueve ciudades de este Viejo Continente. Madrid ocupa la vigésimo tercera plaza, una posición más bien discreta, empatada con Bruselas, Boston, Dallas, Melbourne y Sao Paulo. Pero si se aíslan las ciudades europeas, la capital española escala a un digno séptimo puesto: detrás de Londres, París, Zurich, Frankfurt, Ámsterdam y Moscú, pero por delante de Ginebra, Berlín y Milán).
Uno de los aspectos singulares que señala la explicación de la lista es común a varias ciudades, como París, Tokio, Madrid, Milán y otras: son centros financieros y mediáticos de sus respectivos países y albergan las sedes de gran parte de sus multinacionales y empresas más fuertes. Para haber llegado al número uno, Londres además es el segundo polo aéreo del mundo, por detrás de Dubai, y es la capital de la lengua inglesa. Asimismo, disfruta de una mínima regulación y una máxima facilidad para emprender negocios. Nueva York, cuyo peso financiero quintuplica a Londres, tiene la desventaja de una legislación norteamericana más intervencionista.
El estudio ha estado a cargo de profesores de Chapman University en California y del Civil Service College en Singapur. Demógrafos, geógrafos urbanos, sociólogos. En algunos medios se considera el ranking como Lista Forbes, pero la revista sólo ha tenido la primicia, escrita por Joel Kotkin, el coordinador del proyecto, en colaboración con Ali Modarres y Aaron Renn.
Se han tenido en cuenta ocho parámetros: inversión directa extranjera, concentración de sedes corporativas, qué sectores o nichos empresariales lideran esas multinacionales, conexiones aéreas, servicios financieros, fortaleza del sector servicios, tecnología y poder mediático y finalmente, diversidad de razas. Este último factor revela, por ejemplo y aunque parezca mentira, que la ciudad más diversa racialmente del mundo es Dubai, con el 83% de su población oriunda de otros lugares. Toronto tiene un 50% de no habitantes nacidos fuera de Canadá.
Hay otros datos interesantes en la lista. Sólo aparecen tres ciudades latinoamericanas: Sao Paul en el puesto 23, como se vio antes, México, D.F. en el 41 y Buenos Aires en el 43. Y otras tres de Oriente Medio además de Dubai: Abu Dhabi, Estambul (localización que no le gustará nada a los turcos y menos al mandamás Erdogan), Tel Aviv y El Cairo. Los Angeles está perdiendo peso entretenimiento y en industria aeroespacial, aunque Hollywood aún se defiende, mientras San Francisco va para arriba por la concentración de gigantes tecnológicos.
Y dentro del elogio a la ganadora, una puntadita a Londres y a lo británico que no ha sentado bien en algunos medios a orillas del Támesis: “Después de más de un siglo de declive imperial, Londres todavía está en el número uno de nuestra clasificación. El Reino Unido puede que sea ahora una potencia de segunda, pero la herencia sin igual de la City como capital financiera global sigue respaldando su preeminencia”.
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