El Partido Popular utiliza sus siglas con descaro en la Diputación provincial para vergüenza y descrédito de una institución que debería de ser la casa de todos los municipios. Ese tendría que ser su sentido, aunque Gabriel Amat ha preferido convertirla en su cortijo.
Un ejemplo de esto lo estamos escuchando estos días con las cuñas de publicidad que ha puesto en marcha la Diputación donde habla del “Plan Provincial de Apoyo a la Agricultura” – PP-A -, a pesar de que ese plan no existe sino un plan de arreglo de caminos municipales. La trampa del PP ha consistido en cambiar su nombre para que le cuadren las siglas con las de su partido, en un intento de mezclarlo todo. ¿Imaginan que dirían si lo hiciéramos con las siglas PSOE?
Esta situación pone negro sobre blanco la permanente confusión que practican los dirigentes populares en las instituciones donde gobiernan, mezclando los intereses públicos, los del partido y los privados de sus afines, algo por lo que los vamos a llevar a los tribunales.
Estamos ante una publicidad engañosa que le pagamos todos al Partido Popular y de la que sus responsables deberán rendir cuentas. Esa forma de actuar de la derecha es costumbre donde mandan, donde sus alcaldes practican esa misma confusión de intereses de forma descarada, de ahí que el mapa de la corrupción del PP esté salpicado de decenas de casos, que en Almería apuntan a Roquetas de Mar, El Ejido, La Mojonera o Níjar, entre otros municipios.
También son expertos en puertas giratorias. Hace 15 años un parlamentario del PP dejó su sillón en Sevilla a la actual delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, y pasó a dirigir una empresa pública del Ministerio de Medio Ambiente en la época que Aznar construía la desaladora en Carboneras. Ese Ministerio guardó en un cajón el deslinde de la playa del Algarrobico y no protegió con celo los 100 metros que establecía la ley de Costas. Ese parlamentario era propietario, a través de una sociedad, de terrenos donde se terminó construyendo el hotel del Algarrobico. Pues ese alto cargo de ese Ministerio cambió en 2003 su despacho en esa empresa del Ministerio, por un despacho en las obras del hotel del Algarrobico, al ser contratado por la empresa que levantaba el hotel para dirigir esa construcción y sus intereses en la zona. ¿Lo pillan?
El PP, insisto, cree que las instituciones son su finca o su cortijo. Pero no lo son. Son el lugar donde están los intereses generales de todos los ciudadanos. Entre todos estoy seguro que se lo haremos saber cómo se hacen saber las cosas en democracia, dejando fuera del tablero político a quienes tienen este tipo de comportamientos.
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