Autoridades, señoras y señores, buenas tardes y gracias a todos por la generosidad de vuestra asistencia a esta gala.
Me van a permitir que comience mi intervención con una confidencia muy personal.
Esta noche he soñado con mi madre. Todos los seres humanos buscamos recuperar en el imaginario de los sueños a aquellos a quienes tanto quisimos y con quienes tanto quisimos y que un día nos dijeron adiós. Pero al despertar, en ese umbral tenue entre el sueño y la noche, he pensado en esta gala y me he preguntado qué pensarían mis padres si, como en el verso de Miguel Hernández, pudiera regresarlos y vieran el cambio vivido por la agricultura de la provincia.
Ellos, que eran hijos de agricultores, ni en la mejor de sus quimeras pudieron llegar a pensar la realidad que estamos viviendo.
Si cuando mi abuelo Ramón, armado con un azada y una espuerta emprendió aquella mañana de los años cuarenta la aventura de desmontar un cerro para hacer un bancal, pensaron que estaba recorriendo el abismo de la locura, qué pensarían ahora si vieran el mayor desierto de Europa convertido en un bosque de más de treinta mil hectáreas bajo plástico, pero bosque al cabo.
Cuando el paso del tiempo propicie contemplar en toda su dimensión el cambio vivido por la agricultura almeriense en los últimos decenios, serán pocos los que no coincidan en calificar de revolución lo acontecido.
Decía Séneca que no hay viento favorable para la nave que no sabe dónde va. Los agricultores almerienses se echaron un día al mar de arena y plástico no sabiendo quizá donde acabaría la travesía pero sí siendo conscientes de cuál debía ser el camino.
En un tiempo en que no es habitual- y por tantos motivos y tan justificados- hablar bien de los políticos, yo si quiero reivindicar la importancia de su trabajo. Por eso me gustaría reconocer en las personas de José Luis Sánchez Teruel y Gabriel Amat, presentes en este acto, el trabajo decisivo que sus gobiernos, del PSOE y del PP, han realizado para dotarnos de una red espléndida de autovías y para solucionar la maldición de la sequía; Javier arenas, que también nos acompaña, sabe mucho de agua para Almería.
Ha sido largo y fructífero el camino recorrido por nuestros agricultores. Mucho el esfuerzo y el talento y la innovación con que han regado la tierra, pero menos largo y menos fructífero de lo que queda aún por recorrer. Un camino que habrá de andarse apoyándose en las bases sólidas sobre las que hemos avanzado, pero con la convicción de que nadie nos va a dar lecciones, pero de todos hemos de aprender.
La capacidad de innovar, de modernizar, de aclimatar el sector a las demandas de los consumidores es el camino, el único camino, por donde tienen que transitar los años que quedan por vivir a un sector que ya acumula tres generaciones y al que, si los retos se abordan con la misma convicción que hasta ahora, garantizará el futuro a muchas generaciones más.
La Voz recoge hoy en este acto un gesto de agradecimiento y homenaje a los que han hecho, hacen y harán esta travesía ilusionada e ilusionante.
No hemos vivido un milagro porque nadie nos ha regalado nada; hemos vivido y vivimos una revolución en la que las armas sólo han sido el trabajo y la inteligencia.
Y es que nunca, nadie, hizo tanto por esta provincia y por su presente y por su futuro como sus agricultores y quienes les rodean desde la industria, desde la investigación o desde el transporte.
Hoy reconocemos el trabajo de todos en la persona de siete almerienses- en esta tierra todos los que la aman son de los nuestros, son almerienses, independientemente de donde hayan nacido-, hoy reconocemos ese trabajo y para La Voz es un motivo de satisfacción.
Como lo es que fuimos el primer periódico de España que hace ya más de veinte años dedicó una página diaria a la información agrícola. De que eso fuese así tiene la culpa la espléndida realidad de vuestro trabajo, pero también influyó que nuestro editor, José Luis Martinez, sea hijo de agricultores y hermano de agricultores. Yo soy nieto y él es hijo y me siento orgullo de compartir con él y con todos ustedes esa raíz que nos une a la tierra en la que nacimos
Todos hundimos nuestras raíces en la tierra que nos dio la vida y en la que forjamos nuestra esperanza.
Decía Herodoto que nuestro estado de ánimo es nuestro destino. Todos los que hacemos La Voz de Almería estamos comprometidos en colaborar para que los hacedores del destino, es decir, ustedes con su trabajo, con su esfuerzo y con su inteligencia, tengan en nuestras páginas un espejo en el quedará escrito y para siempre la mejor y más fructífera historia de una tierra milenaria.
Muchas gracias
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