Cuando el miedo es peor que la enfermedad

La actuación médica desplegada el martes en la base de acogida a inmigrantes desencadenó una espiral de comentarios temerosos y temerarios entre los ciudadanos y en las redes so

Pedro Manuel de La Cruz
22:47 • 11 oct. 2014

Si hay algo peor que la enfermedad, es el miedo global que puede generar. La actuación médica desplegada el martes en la base de acogida a inmigrantes, situada en el muelle de Poniente de la capital, desencadenó una espiral de comentarios temerosos y temerarios entre los ciudadanos y en las redes sociales sin motivo alguno que lo justificara.


La psicosis generada por el contagio de la sanitaria madrileña que atendió a los misioneros repatriados es un territorio propicio para el rumor, la desmesura y la alarma. No hay, por tanto, que sorprenderse porque unas leves molestias gástricas -que es lo que, de verdad y tras las pruebas diagnósticas practicadas, padecían los enfermos trasladados a Torrecárdenas-, fueran en un primer momento interpretadas como un síntoma grave de una peligrosa enfermedad por quienes, dominados por el temor y sin ningún conocimiento sanitario, se abandonan a navegar por el mar de la confusión asumiendo y difundiendo como verdad lo que no son más que opiniones carentes de solidez alguna.


La sensatez obliga a interpretar el sonido de una ambulancia, la visualización de personal sanitario equipado con bata y mascarilla o la llegada de un coche policial como un gesto cotidiano del que no cabe pensar que, necesariamente, esté provocado por una situación de gravedad extraordinaria. El rumor es, a veces, la antesala de la noticia, pero es, muchas más veces, la expresión de intereses inconfesables o, como en el caso que nos ocupa, la verbalización de un miedo irrazonable por su ausencia de motivos.




Lo sucedido en el muelle de Poniente puede calificarse de normal: un sanitario detecta una patología compartida por cuatro ciudadanos y se activan los mecanismos de prevención y tratamiento. Punto.


Que tal vez pudiera haber en la presunción inicial del posible diagnóstico una cierta dosis de apresuramiento, quizá; que en la toma de las primeras decisiones influyera el clima creado a raíz de lo sucedido en Madrid, posiblemente; que ambas situaciones hayan provocado una cierta sobreactuación, puede ser.




De lo que no cabe duda es que la cautela, la prevención y el acotamiento de los riesgos es la mejor manera de enfrentarse a un problema o, como en lo sucedido el martes en el puerto, a la apariencia de un problema. La peor, caer en el despeñadero del pánico.


Almería es un territorio sensible para la rumorología por la llegada de pateras y la presencia de inmigrantes y ante esta realidad y para no abandonarse a ese despeñadero no hay mejor medicina que la información. Una información “oficial” que estuvo ausente durante las horas que el bulo de un posible caso de ébola circuló por las redes sociales y los comentarios de calle. No había motivos para la alarma, pero la alarma se produjo con el acordonamiento de la base, la llegada de ambulancias, el traslado con vigilancia policial a Torrecárdenas. ¿Tanto costaba explicar en un comunicado de prensa de la delegación de Salud lo sucedido en el puerto? Es un pequeño detalle, pero hay que tenerlo en cuenta. Frente a la incertidumbre, información siempre y rápida.




La sociedad española está viviendo una situación de inquietud que debe gestionarse desde el rigor. Hasta ahora la gestión de la crisis por parte del Ministerio y la Consejería madrileña de Salud ha sido una muestra continuada de ineptitud de la que, en el momento oportuno, deberán responder. Ojalá tanta incapacidad no acabe contagiándonos a todos.


Mientras tanto, mantengamos la calma y confiemos en nuestro personal sanitario que, a diferencia de la ministra, ellos son los que sí saben lo que hay que hacer.



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