Con las preferentes al cuello

Rafael Torres
21:50 • 20 oct. 2014

Cuando Goirigolzarri se puso al frente, designado por el Gobierno, de la nacionalizada Bankia (gubernamentalizada más bien), lo primero que dijo es que no pediría cuentas ni responsabilidades a los anteriores gestores, y el propio Gobierno de Rajoy hizo cuanto pudo, usando su poder absoluto y su ascendente sobre la Fiscalía, para estorbar la acción judicial, y no digamos la política, contra los autores de la quiebra de la entidad constituida por siete Cajas controladas por el PP, bien que auxiliado por la complicidad, remunerada con tarjetas negras, créditos blandos y otros oscuros privilegios, del PSOE, IU, CC.OO., UGT y la Patronal. ¿Cómo osan hoy sacar pecho atribuyéndose la revelación de esa sentina inmunda de las "black", uno de los sumideros que se tragaron los ahorros de cientos de miles de personas y el bienestar de la inmensa mayoría de los españoles? Se acercan las elecciones. Se acercan las elecciones y la chusma infecta de las Cajas que robó a dos manos el dinero de las familias humildes, de la clase trabajadora, son ya, políticamente hablando, "caballos muertos", o, más exactamente, sólo útiles para el sacrificio. Entregándolos a la Justicia y a la vindicta pública ¡con dos años y medio de retraso! se pretende soltar el lastre que con toda seguridad hundirá al partido que se ha dedicado a hundir casi todo, pero se trata de un intento tan desesperado como grosero y baldío: todo el mundo conoce desde hace un año, cuando lo reveló la prensa, el correo en el que Blesa hablaba de esas tarjetas para el saqueo de Caja Madrid, y todo el mundo sabe que el Gobierno sigue apalancándose el dinero sustraído de las preferentes y la Bankia de Goirigolzarri recurriendo las sentencias judiciales que obligan a devolverlo, aumentando así el quebranto de las víctimas y dilapidando en abogados, intereses de mora y costas los recursos de la entidad que se presume desligada de su infame pasado.


Se acercan las elecciones, el miedo cunde en los partidos implicados en el todavía impune saqueo a la sociedad, pero el principal, el que gobernaba las Cajas de Bankia y hoy todavía el país, se resiste a devolver las perras, esa sensible porción del patrimonio legítimo de los españoles. Sólo los jueces siguen haciendo lo que pueden, sentenciando a favor, una a una, de las víctimas de la estafa, y, por extensión, señalando a sus autores.







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