La concepción paternalista que los ciudadanos tenemos de los políticos, tan propia en las dictaduras, tan equivocada en las democracias, hizo que el anuncio de la visita de Rajoy el pasado fin de semana a Almería viniera acompañado por la expectativa de que, si el presidente venía, era porque traía alguna noticia sobre los proyectos pendientes en la provincia, quizá sobre el AVE.
A mí me recordó esta expectativa aquellas visitas del franquismo tardío en las que los gobernadores civiles, cada vez que iban a un pueblo, llevaban alguna obra- el asfalto de una calle, la ampliación de un colegio, la mejora de una acequia, ya saben, cualquier cosa- con que cosechar el aplauso de la concurrencia. De aquel pasado ya casi no queda nada, pero en el casi encuentra acomodo esa percepción de “Bienvenido Mr. Marshall” que aún persiste en los ciudadanos.
Rajoy vino y su mochila estaba vacía. A cualquiera nos hubiera gustado que el presidente hubiese regresado a Madrid después de prometer varios cientos de millones más para que la alta velocidad llegue antes a la provincia. No fue así. Tampoco había motivos objetivos para esperar lo contrario.
Los Presupuestos no son una goma que se estira en función del parecer ocasional de quien la maneja. Las inversiones del Gobierno central, de la Junta, de la Diputación o de cualquier ayuntamiento tienen que estar contempladas en los presupuestos, no hacerlas depender del capricho puntual o de la magnanimidad discriminatoria de quien gobierna.
Pero si Rajoy no estuvo en Almería para anunciar nuevas inversiones, ¿por qué vino entonces? ¿Qué buscaba con su visita? ¿Cuáles fueron los objetivos que determinaron la planificación de los actos previstos?
Rajoy vino a Almería porque quien se sienta a su izquierda en las reuniones de la dirección nacional y a su derecha en muchas de las decisiones que toma es Javier Arenas. La relación entre los dos es, además de cordial, cómplice. Arenas no dejó caer a Rajoy en el congreso de Valencia frente a la aspiración oculta de Esperanza Aguirre, y el presidente no olvidó al andaluz cuando las elecciones autonómicas no le llevaron al gobierno regional. Hay deudas e influencias que perduran en el tiempo.
Pero Rajoy no iba a llegar a Almería para satisfacer sólo una petición amistosa. La visita de un político nunca está desnuda de interés, viene siempre acompañada de un objetivo; o varios.
En el acto de partido del viernes y en la conferencia ante los empresarios del sábado Rajoy tenía como objetivo vender su gestión de gobierno, tensionar a la organización de su partido en la provincia y respaldar al alcalde de Almería en vísperas preelectorales. Pero por encima de todas estas razones, hay una que está en el centro de la visita: el respaldo a Juanma Moreno en un despegue que todavía no se ha llegado a producir.
Moreno es el candidato del PP a la Junta pero aún no es el líder andaluz que su partido espera. Su Llegada a Andalucía fue tan inesperada- la decidió Rajoy por influencia de Arenas frente a Cospedal-, como arriesgada- el centralismo sevillano no olvida su procedencia malagueña-, “dos circunstancias que no propician la toma de altura.
La unanimidad almeriense con Arenas era una buena pista para Moreno y la visualización de su arrope por Rajoy en medio de centenares de militantes y empresarios, un escenario que sólo podía reportarle beneficios.
Escribió Napoleón que las ciudades se toman por los arrabales. En el manual de la política está escrito que se puede llegar a la cúspide en paracaídas pero, para conquistarla de verdad, hay que bajar a la base y comenzar a subir. Lo del fin de semana pasado fue un paso más en la larga marcha de Juanma Moreno hacia la cumbre del liderazgo.
En cuanto a por qué se organizaron dos actos, la respuesta parece obvia: el PP no está dispuesto a dejar el espacio del emprendimiento a Susana Díaz. En los doce meses que lleva al frente de la Junta, la presidenta ha mantenido contactos –públicos algunos, privados otros- con agentes sociales de la provincia. Son encuentros periódicos y con un sistema de trabajo establecido: Qué metas nos planteamos en la reunión anterior, qué se ha cumplido y qué nuevos retos han surgido.
El PP es consciente de la capacidad política de Susana Díaz y esta cercanía de la presidenta con los sectores productivos andaluces inquieta al PP; sobre todo cuando avanza en un territorio al que los populares creían conquistado para siempre.
La conferencia con los empresarios se enmarca en la defensa de esa frontera y en el fortalecimiento de quien- Juanma Moreno- fue el elegido para mantenerla y ampliarla.
El pasado fin de semana Rajoy vino a Almería a hacer política, no a anunciar inversiones. Lo que deben hacer ahora quienes están cerca del Gobierno es gestionar bien su influencia y que se note en los Presupuestos y, sobre todo que se cumplan; de cifras escritas en el aire ya estamos hartos.
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