Odiosa dependencia

Al viejo hay que asearlo, alimentarlo, limpiarle el culo, levantarlo de la cama

Kayros
22:35 • 28 oct. 2014

Mientras no llegue a ese estado inútil del que habla el poeta Gil de Biedma(“ En un pueblo junto al mar, poseer una casa, poca hacienda y memoria ninguna. No leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas y vivir como un noble arruinado entre las ruinas de mi inteligencia”) a mí no me queda otra que seguir publicando artículos sobre la dependencia. Si hay algo que embarranca el sistema y lo llena de supuraciones nauseabundas es ver a los gobiernos paralizar los presupuestos para no tener que atender a los cuidadores de los enfermos terminales. La prensa de ayer traía un titular bastante significativo. Decía: “Los Presupuestos ignoran a 315.000 nuevos dependientes”. Y por lo que se ve, ya llueve sobre mojado porque para 2015, con más gente, disponemos de la misma cantidad que en el año anterior. Si a estos sucesivos parones del Gobierno del PP los contextualizáramos con la pobreza infantil, la desigualdad social, y el aumento de los millonarios, nos haríamos la picha un lio al oír que ya estamos fuera de la crisis gozando de las delicias del Estado del bienestar. Al viejo hay que asearlo, alimentarlo, limpiarle el culo, levantarlo de la cama y hacer que se tome la medicina, poner lo frente al televisor noche y día (Los programan andan ahora muy divertidos con  esto de la corrupción). Si el enfermo es de Alzheimer, es claro que se necesitan más prestaciones, es decir, más cuidadores y cuidadoras para empujarlo al centro de día o a la teleasistencia. Bueno, pues el Gobierno dice que no hay dinero, lo mismo que le ha dicho a los almerienses por razón del AVE. Sigue diciendo la prensa, que los cuidadores no afiliados han descendido un 90%. No viven más que para los recortes, el déficit, el control de la deuda, los bancos, los hombres de negro, los vigilantes de la playa. El PP tiene aquí una ocasión magnífica para demostrarle a los españoles deficientes que la política del partido es humana; más aún: que obedece a un humanismo cristiano bendecido por los Papas y no solo a la prima de riesgo o al Ibex 35. No tomen a mal que los viejos ya no se fíen: han vivido demasiadas promesas falsas desde que oyeron por primea vez que bajaban los impuestos.







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