Al terminar el pasado miércoles en Madrid el desayuno informativo organizado por Europa Press con Susana Díaz, algunos de los directores asistentes- Pepe Joly, editor del Grupo Joly, Paco Luis Córdoba, del Córdoba, Paco Rosell, de El Mundo, Eduardo Peralta, del Ideal, Juan Espejo, del Jaén, Ignacio Camacho, ex de ABC - cumplimos en las conversaciones de despedida con el guión habitual de hacer balance sobre lo oído unos minutos antes. Se oyeron opiniones distintas, pero si algo quedaba fuera del espacio de la duda fue la coincidencia de casi todos en valorar el peso de la presidenta andaluza en la política nacional.
Los más de cuatrocientos invitados- políticos, empresarios, periodistas, representantes de la sociedad civil madrileña- que abarrotaban los salones del hotel Villa Magna, mostraban, con su asistencia, que la presidenta andaluza es ya una referencia consolidada en la escena política española. Desde el acuerdo unos, desde la discrepancia otros, desde la expectación la mayoría, Susana Díaz es la figura política andaluza del PSOE, después de Felipe y Guerra, que más expectación levanta en Madrid.
En Madrid y en Cataluña. En los primeros meses del año y en plena efervescencia independentista, el Foro de La Vanguardia organizó una comida coloquio con la presidenta. En Barcelona el ambiente era distinto. Había la misma expectación (o mayor; el ardor de la contienda excita el interés por ver hasta dónde llega la valentía del adversario en campo contrario, ya saben), pero en los salones del Palace catalán el clima de complicidad era bastantes grados menor. Allí también estaba la sociedad civil, con sus representantes financieros al frente, pero el sentimiento independentista y el perfil del reproche se dibujaba en el tono de las preguntas de los asistentes.
Llegados aquí lo que cabe preguntarse es el porqué de tanto interés.
Haberse convertido en el único referente del poder socialista en España es una buena respuesta. Su decidido y decisivo apoyo para que Pedro Sánchez sustituyera a Rubalcaba en medio de la deriva, una buena razón. Haberse convertido en la sombra que planea sobre el futuro del PSOE, un objeto morboso. Liderar la federación socialista más grande del país, un motivo razonable.
Pero, con todo, quizá la razón de mayor peso haya que encontrarla en la posición que mantiene – y sobre todo mantendrá en los próximos meses- la Junta en medio de la tormenta de crisis territorial que atravesamos.
Si en los 80 la posición de Andalucía fue decisiva para que no se consolidara una estructura territorial discriminatoria dividiendo a las comunidades en dos categorías- las autodenominadas históricas y, a un segundo nivel, las demás-, en la redefinición a la que estamos abocados, Andalucía puede jugar, como entonces, un papel fundamental, decisivo.
La presidenta lo dijo en Barcelona y Madrid con la misma claridad con que se ha manifestado en conversaciones privadas: Andalucía no va a tolerar un trato asimétrico; ni fiscal, ni político. España es diversa, distinta, pero nunca podrá ser desigual. El principio de solidaridad es intocable. Más allá de situaciones políticas coyunturales, el papel a jugar por Andalucía en la vertebración futura del Estado es percibido como extraordinariamente importante. ¿Alguien se imagina que Susana Díaz hubiese caído en la simplicidad dubitativa del zapaterismo en el tema territorial? Su apuesta, sin dudas ni ambigüedades, por la cohesión y unidad territorial es un activo para todos los que apostamos porque juntos estamos mejor que separados. Y en la defensa razonada de esta opción, la posición andaluza se valora desde fuera como fundamental.
Como va a ser fundamental para su futuro la posición que adopte Susana Díaz sobre la corrupción protagonizada por dirigentes y militantes de su partido. Ahí se la juega. El miércoles en Madrid fue clara y, veinticuatro horas después en Sevilla, contundente: La Junta pide a UGT que devuelva 14 millones de euros en subvenciones hasta ahora no justificadas adecuadamente.
Le queda por delante el tema de los ERES. Si el Supremo decide la imputación- hasta ahora no lo están- de Chaves y Griñán, ¿cuál será su actitud? ¿Se refugiará en la ambigüedad calculada y legalista de Rajoy o les pedirá que se marchen? En su respuesta está no sólo su futuro político andaluz y nacional, sino el futuro político del PSOE. Susana Díaz ha conseguido situar al PSOE andaluz en una posición decisoria en la estructura nacional. Ahora puede situarlo en la lucha, de verdad, contra la corrupción.
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