Con la necesidad de gobierno que hay en España, y más aún de buen gobierno, demasiados responsables políticos andan dedicados a lo suyo casi exclusivamente, sin preocuparse de como va el país.¿Ha tomado en los últimos meses alguna decisión importante Artur Mas no relacionada con la consulta del 9- N? ¿Aprovechará ese mes de plazo que se ha dado para decidir la nueva hoja de ruta independentista para ocuparse de algún asunto de interés ciudadano? ¿Le habrá explicado alguien que durante estos meses de monocultivo temático murieron en Cataluña doce personas por un brote de legionella? Asunto menor, como se ve, porque no ha dicho ni palabra sobre ello.
Pero Más no es el único. El presidente extremeño Monago lleva casi dos semanas dedicado obsesivamente a fabricar versiones distintas y a recopilar pruebas sobre sus viajes a Canarias con billetes gratis del Senado para encontrarse con una atractiva colombiana residente en las islas, que quizás merezca tanto trasiego, pero no a costa del erario público. Habida cuenta que este culebrón en entregas domina la vida política de su Comunidad -se debate ya si moción de censura o moción de confianza- parece que los extremeños tienen asegurada la convivencia política durante meses con este caso de peregrinación a Canarias, en detrimento de su gobierno diario.
¿Y qué decir de Mariano Rajoy, que no tiene ojos más que para la macroeconomía? Por unas décimas de mejora en algunos indicadores, lo daría todo. Bien es cierto que eso le permitió sacar pecho ayer en la reunión del G-2O en Australia, ante Obama, Merkel y Putin, proclamando que la economía española crece - y bien que nos alegramos- pero el presidente no quiere que lo distraigan con otras minucias, como por ejemplo lo de Cataluña. Durante los meses previos al 9-N desoyó todas las voces que le advirtieron que ese problema era gravísimo y cuando finalmente se produjo la votación -con más de dos millones de participantes, que no es ninguna broma- tardó tres días en hacer una declaración para desespero sobretodo de los militantes populares allí. Lo de Cataluña, increíblemente, lo delega en la esfera pública en el ministro de Asuntos Exteriores, craso error de comunicación política, porque sugiere que Cataluña ya es un estado independiente como Francia, o como la República Dominicana. Y lo delega en lo privado en su asesor electoral Pedro Arriola que ha estado negociando discretamente con el socialista José Enrique Serrano y con Joan Rigol, presidente del Pacte Nacional del Dret a Decidir. !Qué personaje Arriola, digno de una novela, o de una teleserie! Oficialmente es solo un sociólogo demoscópico, pero algo especial ha de tener este hombre cuando Aznar lo mandó a negociar con ETA y ahora Rajoy a dialogar con los organizadores de la consulta catalana.
Pongamos un caso más, el de Andalucía.¿Le da tiempo a gobernar a la presidenta Susana Diaz, con tanto escándalo judicial y tanto debate interno sobre si expulsar o no del partido a los ex presidentes Chaves y Griñán al ser imputados, o si hay que esperar a que sean inculpados? ¿Se puede ocupar de los verdaderos problemas, del paro, de la economía, si le tira tanto la vida de partido en la que se siente tan cómoda?
Podríamos alargar la lista de gobernantes básicamente ocupados en aquello que les interesa, o les aflige, sin tiempo apenas para gobernar la complejidad de la situación actual. Pasaríamos por Valencia con la guerra de guerrillas pública entre dos facciones del PP, la del presidente Alberto Fabra y la de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. O por Canarias donde el aspirante a presidente ha sido imputado en tres causas y el presidente saliente -y seguramente doliente- Paulino Rivero, juega el papel de "pato cojo", como se denominan los presidentes americanos en su último año de mandato. En definitiva, sería bueno que todos los citados, y algunos más, encontraran algún tiempo para gobernar España en el ámbito que les toca. Es lo que conviene, lo que necesitamos y lo que merecen los ciudadanos.
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