Estoy sorprendido por las muestras de afecto que ha recibido de sus compañeros de partido el nuevo ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso. Las glosas a su figura han sido de tal desmesura que no se entiende como Rajoy no cesó antes a Ana Mato, la anterior titular de esta cartera, para evitarse más de un sonrojo.
El nuevo ministro se ha estrenado comprometiéndose a impulsar la agenda social del Ejecutivo con el compromiso de conseguir en la recuperación económica "el Gobierno más social posible". La frase sonaría bien sino fuese porque el daño ocasionado a millones españoles desde el que ya es su Ministerio ha sido extraordinario.
Alfonso Alonso tiene ante sí, por lo tanto, un enorme trabajo para derribar, si atiende a la palabra dada, el enorme muro de desigualdad que Mato, el líder del PP andaluz, Moreno Bonilla – mano derecha de la exministra durante mucho tiempo- y Rajoy han levantado en este país a base de recortes sanitarios y sociales.
En ese escenario, el nuevo ministro podría empezar derogando el decreto que obliga a los pensionistas a repagar parte de sus medicinas. Esta medida, que supone una enorme injusticia para muchas personas mayores -que además sobreviven con pensiones mínimas- tendría que ser la primera en caer.
Así mismo, debería revisar la orden por la que más de 400 medicamentos de uso habitual salieron fuera del Sistema Nacional de Salud, obligando a las personas que los necesitan a su pago íntegro.
Alfonso Alonso tiene también tarea por delante para levantar de nuevo la Ley de Dependencia, que su predecesora ha dejado en las costuras, y para poner en marcha de manera urgente un plan de lucha contra la pobreza.
Cuando lleve a cabo todo eso este nuevo ministro comenzaremos a creernos eso del “Gobierno social”. Hasta entonces, Alfonso Alonso, que sin hacer nada ya lo habrá hecho mejor que Mato, tiene faena.
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