Las comidas de empresa

Las crisis ha convertido las relaciones humanas en el anticipo de un velatorio

Kayros
22:37 • 17 dic. 2014

Hace muchos años que no asisto a estas cuchipandas de fin de año. Me llegan noticias de que también esto se está deteriorando por culpa de las consecuencias de la crisis. En tiempos de vino y de rosas el capital se reunía con el trabajo para celebrar amigablemente las bodas de Camacho en santa camaradería. Pero con los recortes y otras apreturas del cinturón la gente tiene miedo de lo que pudiera venir y ahorra hasta para papel de fumar. Toda aquella fraseología de la doctrina social de la iglesia que propugnaba la alegría por medio de la creatividad laboral y toda la prédica del régimen franquista por hacer una empresa de productores evitando así la maldecida palabra de obrero, empieza a resquebrajarse. Las crisis ha convertido las relaciones humanas en el anticipo de un velatorio donde no se puede chillar demasiado porque el muerto está aún caliente. Se diría que los empresarios, o los emprendedores, por mejor no tienen gana de bromas y los trabajadores amenazados de despido, con un sueldo precario y sin contrato indefinido, tampoco están para tirar cohetes. Ya pueden decirnos que hemos salido de la crisis. La gran deuda y los casi cinco millones de parados nos convencen de otra cosa. De ahí que la política de austeridad haya llegado hasta el bar de carretera con el disgusto de nuestros maestros en placeres del paladar. Me van a perdonar una pequeña confidencia, al fin y al cabo es inevitable no recurrir a la experiencia personal. Cuando La Voz de Almería era todavía el Yugo, medio de comunicación del Estado, como se sabe, el gran icono en nuestras comidas de empresa era el gobernador civil. Imaginen la espontaneidad junto al espíritu de crítica que allí podía darse. Mientras ingeríamos a todo correr el filete de ternera. No había otro remedio que hablar de las tres mil horas de sol de Almería. La Transición ha cambiado muchas cosas, no cabe duda. Pero lo que nadie esperaba es que nos quedáramos sin comidas de empresa. ¿Quién no tiene nostalgia de aquellas reuniones en que, hartos de comen, rifaban alguna olla exprés o un viaje al Caribe? Hay gente del PP que cree que aquellos tiempos volverán, pero, como dice Alberto Garzón: “si me dijeran que Ana Botin no tiene crisis, me lo creería a pie juntillas, ¿ qué pasa con los excluídos sociales?”.







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