Después de las fiestas navideñas, presididas por la buena voluntad, la piedad y la tradición y después de la bacanal con tintes paganos del Año Nuevo, suele aparecer una pandilla de animadores de masas exigiendo que miremos con optimismo el porvenir. Es aquí donde hacemos uso de frases estereotipadas como la de al mal año, buena cara, más moscas se matan con una gota de miel que con un barril de veneno, etcétera. Tenemos por delante la recuperación inminente aunque no se oiga una palabra sobre la subida de los salarios. Seguiremos, sin género de duda, pendientes de las decimillas y tantos por ciento mil veces anunciados por el ministro de Guindos. La subida o bajada de la Bolsa no les quita el sueño a millones y millones de individuos. Sin embargo, en eso cifran la felicidad del universo los oscuros especuladores que manejan el cotarro. No hay la menor intención de corregir el sistema capitalista que tantas crisis y guerras lleva dentro por aquello de la desigualdad intrínseca. El hambre en el mundo no será fácil que se termine. Tampoco la explotación de los pueblos oprimidos por culpa de los que gozan un más alto nivel de vida. Auténticos ladrones de materias primas y de todo lo que se ponga por delante. En este sentido, los pesimistas tenemos muy mala prensa. Nos dicen que ponemos piedras a las ruedas del carro de la historia, que lo vemos todo negro y que somos capaces de saludar a la primavera como si estuviésemos en un entierro. Como decía Teilhar de Chardin, más positivas han sido a lo largo de los siglos las mentes críticas que los cantamañanas del porvenir, encantadores de serpientes paradisíacas. Pensar, ejemplo, que la jornada de ocho horas no nació de ningún ministerio del Trabajo sino de la vida esclava del trabajador concienciado por el pensamiento revolucionario. Y en este plan podríamos escribir un tomo gordo de esos que se pudren en las bibliotecas públicas y que nadie lee. El nuevo año, a mi juicio, hay que encararlo con ese sentido común de la gente del trabajo que, al repasar las papeletas de la lotería y ver que no le ha caído nada, dice con suma paz y suma calma : Bueno, paisanos, lo importante es la salud. Y esto lo dicen a sabiendas de que han recortado el presupuesto de Sanidad y se ven más camas por los pasillos.
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