Desde la atalaya de La Molineta

Mientras se indignan, nos van arrebatando lo que es nuestra seña de identidad: la historia y el paisaje

Mar Verdejo
23:38 • 09 ene. 2015

A base de demoler y hormigonar vamos devorando nuestro paisaje y nuestros gestores van haciendo actuaciones sin sentido en beneficio de unos pocos. Van destruyendo nuestra identidad, con alevosía, en un acto de soberbia y vehemencia. Son los mismos que también se han sentido agraviados por unas accidentadas y, hasta podríamos decir inolvidables, campanadas de final de año. Las campanadas pudimos tomarlas de mil formas y maneras según la inventiva e imaginación de nuestras familias. Las recordaremos mil veces; con mil y una anécdotas. La indignación se irá diluyendo entre las risas. Y mientras se indignan, nos van arrebatando lo que es nuestra seña de identidad: la historia y el paisaje. 


El caso de La Molineta, en la ciudad de Almería, es una tomadura de pelo que camuflan tras las líneas topográficas y reparcelaciones de un Plan General de Ordenación Urbana que atenta contra la identidad. Pone en peligro sus elementos más singulares y distorsiona el paisaje con las intervenciones planeadas en los despachos: y aún así vuelven a repetir que lo protegen. El Paraje de la Molineta conforma una atalaya natural sobre la milenaria ciudad de Almería y está en la memoria de numerosas generaciones. La naturaleza abraza a la ciudad y, como en un palimpsesto, nos muestra lo que ha sido este territorio a lo largo de la historia: paso ganadero en la Edad Media; reflejado en el “Cordel de la Campita”. Como uso industrial de la caliza para fabricar piedra de cantería con la que construir los edificios más singulares de la ciudad o la obtención de cal. En cortijos como en el de “La Calera” aún se conservan hornos de fundición. El legado agrícola está atestiguado por: abancalamientos aterrazados, balates, canales, acequias, galerías subterráneas, acueductos y puentes, o las enormes balsas, aljibes y pozos que permitían trasladar, repartir y almacenar el agua de riego y uso doméstico utilizada para gran parte de la ciudad y su vega. La Molineta es representativa de nuestro ecosistema provincial subdesértico: en las partes altas aparecen gran variedad de fósiles marinos y especies endémicas protegidas, y en peligro de extinción, como el caracol chapa. En las ramblas se asienta la mayoría de la vegetación de mayor porte. Así podríamos estar hablando sobre las más de dieciséis hojas que componen la alegación presentada al PGOU, como un acto de resistencia de la ciudadanía para conservar este paisaje cultural singular y que es fundamental para el entorno urbano de la ciudad de Almería, por su exclusivo y variado patrimonio natural y cultural, y que forma parte del imaginario almeriense. Desde la atalaya de La Molineta se ve una ciudad carente de espacios verdes y que va perdiendo identidad histórica y paisajística. El planeamiento urbanístico solo sueña con lugares nuevos atestados de hormigón en el que crecerán las generaciones venideras. Aún recuerdo, con penar e impotencia, el día de los desmontes de las cornisas de la zona de la Cueva de Conan: se desmontaban ante el inminente peligro de caídas. No había amenaza, ni hubo caídas. Si hubo mucha promesa incumplida de restauración paisajística de la zona y la pérdida de una nidada de cernícalos que, despavoridos, vieron como su prole era destruida aún siendo especie protegida.


Mi reconocimiento a los que se indignan por la pérdida de su historia y señas de identidad y que las próximas uvas de final de año nos las tomemos con Uva de Ohanes, cuyos granos son de gran tamaño y excepcionales cualidades de conservación.







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