No sé qué pensaran de esto algunos dirigentes del Partido Popular pero yo me lo haría mirar si cada vez que Rajoy señala a uno de los suyos con su dedazo, bien sea para que encabece una lista o para que asuma la responsabilidad de dirigir una campaña electoral, la decisión es jaleada y ovacionada fuertemente por la oposición.
Le pasó con Arias Cañete y a fe que cumplió con todas las expectativas que su designación generó como candidato al Parlamento europeo. A la menor de cambio, metió la pata con un comentario machista que fue la comidilla en todo el viejo continente. Hizo, efectivamente, lo que se esperaba de él tras sus anteriormente comentadas reflexiones sobre el papel de la mujer, los yogures caducados o las duchas frías. También le ha ocurrido algo parecido con el responsable del PP andaluz, Juanma Moreno, que ahora toca a nuestra puerta con la campaña de los “dos lagrimones” para darse a conocer. Aquí lo que llama la atención ya no es la caspa que va dejando el mensaje que traslada sino que con unas municipales a la vuelta de la esquina sea Moreno el promocionable. El dirigente andaluz le ha salido rana a Rajoy, no ha ocupado el espacio que tenía reservado, sus propios compañeros recelan de su liderazgo y los andaluces no lo conocen. Un gran acierto.
La última designación de Rajoy, su dedazo más comentado en estos días, ha sido la de Carlos Floriano al que ha nombrado jefe de las campañas electorales que están por venir. Da mucho miedo que este hombre se tenga que explicar a la vista de su trayectoria.
A Rajoy, que ha reducido y de qué manera el nivel mínimo exigible a sus cargos de confianza, solo le queda ya nombrar a Esperanza Aguirre como candidata a la Alcaldía de Madrid para rozar lo sublime. Lo que no se sabe es con qué nota pasará la dirigente ‘popular’ su propio test de honestidad. Igual eso no lo ha tenido en cuenta el presidente del PP, o sí. Ya saben cómo es Rajoy.
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