Uno tenía por cierto que la monumental frase “Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible” era del torero cordobés Guerrita, pero si hablo en pasado es porque la Wikipedia, esa herramienta discutible que indiscutiblemente ha acabado con la entrañable figura del vendedor de enciclopedias a domicilio, me corrige para atribuírsela al Marqués de Talleyrand. Así que orbuá, toreador. Autorías al margen, he recordado este sensacional aforismo después de leer unas manifestaciones del ex alcalde socialista Fernando Martínez, recuperado ahora en labores de emplatado de candidatos, en las que aseguraba que el PSOE era “el partido de la honestidad”. Así tal cual. Cualquiera puede entender que la inminencia electoral obliga en ocasiones a reducir los mensajes como a veces se reduce una salsa, pero por mucha prisa que tengamos conviene no emplear productos caducados en la cocina, porque al final siempre se nota. ¿Puede alguien en condiciones normales de presión y temperatura atribuirse en exclusiva la honestidad, como si este valor fuera un elemento consustancial a una determinada ideología? Nadie duda de la honestidad de muchos socialistas, pero tampoco nadie puede dudar de la truhanería que ha caracterizado a muchos de ellos, que han protagonizado peripecias y sumarios dignos de llenar de rubor hasta las momificadas mejillas de Lenin. Pero eso no parece importar al profesor Martínez y su aséptico balance histórico, digno de figurar desde ahora (ya que hablaba antes de la Wikipedia) en la famosa enciclopedia informática en la entrada del término “Desahogo”. Y es que pretender la titularidad de un valor para un partido concreto, sobre todo si hablamos de honestidad y política, es algo que no sólo no puede ser, sino que además es imposible, lo diga un torero, un marqués, un ministro encarcelado, un director de la guardia civil, el hermano de un vicepresidente, una consejera autonómica… Y así.
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