Narciso: la selección natural

Antonio Jesús García
23:15 • 28 ene. 2015

El selfie, también definido como auto foto, engrosa la lista de voces inglesas que se ponen de moda para denominar acciones de las que ya existe su correspondiente palabra en español y que, en realidad, suele ser un autorretrato realizado con una cámara digital, generalmente de las incorporadas al móvil o tablet, con el fin de difundirla rápidamente en las redes sociales. Normalmente incluye parte del estirado brazo del autor, aunque últimamente se ha incorporado a la moda el selfie de grupo. Actores y famosos se prestan gustosamente a colaborar ante el acoso del fan de turno teléfono en mano, cuando no son ellos mismos los que se prestan a realizarlos incluso en las más variopintas ocasiones, como el de Ellen DeGeneres, presentadora de los Óscar 2014, que tuiteó uno con varios actores, entre ellos Meryl Streep, Julia Roberts y Brad Pitt. Más que comentarios suscitó el de Barack Obama y la rubia primera ministra de Dinamarca Helle Thorning-Schmidt en pleno funeral por Nelson Mandela. Y enorme indignación provocó el de una sonriente turista norteamericana en su visita al campo de concentración de Auschwitz.


La búsqueda del supuesto selfie perfecto o más original lleva a muchas personas a poner su vida en verdadero peligro, con resultados tristemente dramáticos: como el de una joven norteamericana que tuvo un accidente mortal al hacerse uno mientras conducía y tuiteaba que se sentía feliz; o el de una chica rusa de 17 años, que perdió la vida al caer de la barandilla del puente a la que había subido para hacerse una foto. En España un joven de 21 años murió electrocutado tras subir a la parte superior de un tren para auto fotografiarse. Más suerte tuvo el mozo que intentó hacerse un selfie entre las astas de un toro de Jandilla en pleno encierro pamplonés. Pero el colmo es, sin duda, para dos mujeres iranís que, tras estrellar su coche al intentar grabar un video de ellas cantando y sobrevivir al accidente, se tomaron otro selfie de camino al hospital.


Utilizado el selfie como herramienta para comunicarnos con los demás, también nos puede remitir al mito del Narciso que cuando descubrió su reflejo se obsesionó con él hasta el punto de perder su vida. 




Una amiga, a este tipo de tragedias sumadas a las de las víctimas del balconing, esto es, saltar a la piscina desde la habitación del hotel, y otras imprudencias similares, las denomina despiadadamente Selección Natural de la Especie. Un macabro proyecto sería el recopilar en una exposición o volumen todas estas últimas fotos de personas que como Narciso perecieron persiguiendo su imagen.  Narciso: La Selección Natural se antoja un buen título. Por favor, no participen. 






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