¿Quién le asegura a Rajoy que Pedro Sánchez no será nunca presidente del Gobierno? La mejor prueba de que a la Moncloa puede ir cualquiera es él mismo, colocado a dedo por Aznar después de más de cincuenta años tragando sapos y huyendo de los periodistas por los garajes a media luz. Esta prueba de triunfalismo prepotente se produjo ayer cuando el secretario general del PSOE denunció las desigualdades sociales derivadas de la actual ley de educación. El presidente, siempre cargado de fichas, negó que eso fuera verdad; ahora se gasta más en la cosa docente. El argumento no sirve de mucho porque, ante el alza normal de los precios, es lógico que cada cosa cueste más. La vida se encarece, sube la luz, el gas y el agua, los ayuntamientos del PP suben el IBI. Si por subir fuera ya habrían arbitrado un impuesto por respirar aire puro. El caso es que vivimos dentro de un sistema que por naturaleza engendra desigualdad y basta visitar las grandes ciudades de occidente, altamente desarrolladas, para ver el infierno periférico que las circunda. Aquí en España la desigualdades las ponen de relieve los grupos que trabajan cerca de los pobres. Ayer se daba la noticia de que trece millones de españoles viven ya en el umbral de la pobreza. Hasta el Rey Felipe VI parece haberse hecho eco de la situación al bajarse un veinte por ciento el sueldo. Un partido que lo primero que hizo al llegar al poder fue salvar los bancos con nuestro dinero, que recortó el presupuesto de educación, que cerró hospitales y los que quedaron abiertos llenó de enfermos por los pasillos, que preconizó el despido libre y bajó los salarios hasta la paradoja del “trabajo con hambre”, no puede alardear ahora de justicia distributiva. Eso sí, como no puede sellar las bocas de estudiantes, parados y de enfermos de hepatitis, como las desigualdades aparecen por todas partes en forma de pancarta, intentan a acallar los efectos devastadores que ello puede tener de cara a la elecciones. ¿Cómo se hace eso? Muy sencillo. Oponiendo propaganda a realidad. La Comunidad de Madrid parece que está dispuesta a gastarse más de un millón de euros en impactos publicitarios que aminoren el malestar de la calle. Para ellos lo importante es ganar las elecciones. Tiempo habrá para otros menesteres.
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