Los porqués del No de Arenas y del Sí de Crespo

La configuración definitiva de las listas electorales nunca es fruto de una apresurada improvisación. Todo está medido y cada nombre que aparece tiene su por qué y su para qu

Pedro Manuel de La Cruz
01:00 • 15 feb. 2015

La configuración definitiva de las listas electorales nunca es el fruto de una apresurada improvisación; ni la consecuencia de una circunstancia inesperada; ni el resultado de la imprevisión que acompaña al azar. Todo está medido y cada nombre que aparece tiene su por qué y su para qué.


La elaboración de las candidaturas se asemeja al movimiento de una noria que nunca se detiene y en la que son siempre más los aspirantes a subir que los espacios a ocupar.


La elección de Carmen Crespo como cabeza de cártel por el PP y la inclusión de Arenas en el  puesto número cuatro han levantado muchos interrogantes, pero las respuestas son fácilmente explicables si se tiene el cuentan el contexto en el que se han producido.




Después de dos convocatorias encabezando, es obvio que Arenas podría haber encadenado una tercera con el apoyo total del partido en Almería. Su indiscutida vinculación con la provincia y su indiscutible aportación de “valor añadido” a la candidatura popular- está sentado a la izquierda de Rajoy en Génova- aporta beneficios a la marca PP. La pregunta entonces es ¿Por qué no lo ha hecho?


Sencillamente porque los beneficios que aportaba en Almería se diluían en el riesgo de que su proyección política no contribuyera al fortalecimiento de liderazgo de Juanma Moreno. La sombra de Arenas sobre el nombramiento por Rajoy del nuevo presidente andaluz fue tan alargada que su presencia junto a él en toda la campaña podría llevar acompañada la percepción de un tutelaje a todas luces inconveniente. Arenas no podía ir de número uno. Si, pese a que no encabeza la candidatura, son muchos los que han utilizado su continuidad en la política andaluza como un argumento para menoscabar la solidez de Moreno, es fácil imaginar su protagonismo si la hubiera liderado. Arenas al lado del candidato a la presidencia en todos los actos conjuntos con los cabezas de lista andaluces hubiera sido una estampa electoral que en nada beneficiaría; ni a uno ni otro




Amat lo supo desde el principio. El corazón le pedía la continuidad que la razón le impedía. Al final un tipo tan pragmático como el alcalde de Roquetas buscó con Arenas y Moreno la salida del laberinto que mejor se acomodaba a los tres. Mantengamos la influencia de Arenas en el electorado almeriense disipando la niebla sobre el liderazgo del aspirante a la presidencia de la Junta. Arenas hará campaña como candidato por Almería pero reduciendo su protagonismo en el resto de comunidad a lo imprescindible.


La duda surgía sobre el puesto a ocupar. La conversación duró poco menos de diez minutos. De número dos su presencia se antojaba excesiva y, a la vez, aminoraba el liderazgo como cabeza de cártel de Carmen Crespo. El cuatro es una posición de salida segura y no hay riesgos de protagonismo para nadie. Todos salen ganando.




En cuanto a Carmen Crespo, la elección entre continuar en la Delegación del Gobierno o encabezar la candidatura, es seguro que también le ha supuesto un coste emocional. Crespo se encontraba cómoda en Sevilla. Su paso por la Delegación no le ha supuesto ningún contratiempo administrativo o político de alcance y su continuidad en la Torre Sur del Parque de Maria Luisa no se veía amenazada si el PP volviese a ganar las elecciones generales de otoño. En política, como en la vida, sólo los torpes cambian las cosas cuando funcionan y Soraya Sáenz de Santamaría no marca el paso en ese pelotón.


El problema para Crespo es que ella, que está más cerca de la política que de la administración, el regreso al parlamento le acercaba a su pasión. La Delegación es un puesto político pero con un componente técnico de profundo calado. En cambio el Parlamento es un escenario formidable para quien se siente un político de largo recorrido.


La futura parlamentaria almeriense no va a ser una diputada silenciosa. Ocupe al puesto que Moreno decida para ella en el grupo parlamentario, tendrá una posición de protagonismo inevitable. Conoce la política andaluza desde las dos orillas-antes de delegada fue parlamentaria- y eso le aporta un plus que la inmensa mayoría de sus compañeros no pueden exhibir.


Por otra parte Crespo, con su aceptación al ofrecimiento de Amat, no sólo se proyecta dentro de su partido en Sevilla (y, por tanto, en el resto de Andalucía), sino que, a la vez, refuerza, su posición en Almería. (No olviden este detalle)


Hay políticos “laguna” a los que llegar (y permanecer el mayor tiempo posible en el puesto) colma su máxima aspiración. Crespo no se encuentra entre ellos. Ella se sitúa en el equipo de los políticos “río”,  se plantea la llegada a cualquier puesto como el alcance de una etapa, pero no como el paso por la última meta.


El resultado de las elecciones de marzo dejará héroes y heridos y con su regreso a la política parlamentaria Crespo estará en la mejor posición para acompañar al victorioso o para curar las heridas al derrotado. Con su apuesta puede ganar más o menos, pero en la jugada no cabe la posibilidad de la derrota. Y menos a medio y largo plazo.



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