Amnesia -"sin memoria"-, es palabra de origen griego de gran actualidad. Tanto en Grecia como en España. Allí, porque a juzgar por ciertas cosas que dice el nuevo primer ministro (Alexis Tsipras) es evidente que no recuerda algunas de sus promesas electorales. Qué pensaba hacer con la deuda si llegaba al Gobierno. Aquí, porque también nuestro Presidente (Mariano Rajoy) parece haber perdido la memoria respecto de los compromisos electorales adquiridos hace tres años por el PP. Pese a que Alemania ha rebajado en algunas atmósferas la presión que ejerce sobre el Gobierno de Atenas, superado por el agobiante marcaje al que le están sometiendo las instituciones de la Unión, Tsipras ha tratado de apaciguar a sus críticos -que le reprochan haber cedido a casi todas las exigencia de Bruselas y del BCE- señalando a España y Portugal como los "malos" de la película. Malos por no querer ni oír hablar moratorias y menos aún de quitas en relación con la deuda -26.000 millones de euros en el caso de España-. Según Rajoy, Tsipras se ha buscado un "enemigo exterior". Le acusa de haber olvidado que durante la campaña electoral "hizo promesas que sabía que no podía cumplir". En éste punto la crónica política se torna irónica visto que no es uno: son dos, los amnésicos. Tsipras y Rajoy. El griego no se acuerda de que, entre otras cosas, se comprometió a reestructurar los pagos de la deuda, instaurar un salarió básico y cancelar todas las privatizaciones. Nada de lo dicho está cumpliendo. "Realpolitik". Y, qué decir de Rajoy. Lo suyo fue: prometer que bajaría los impuestos, despolitizaría la Justicia, resolvería lo de Cataluña, reduciría el tamaño de las diferentes estructuras de la Administración, respetaría la autonomía de las empresas públicas... etc. Tres años después, todos sabemos en qué ha quedado la cosa. Ya digo, la palabra es: "amnesia", vieja compañera de viaje de casi todos los políticos.
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