No todo lo hizo mal el PSOE. Como poco promulgó una ley para la educación de la ciudadanía que estaba llamada a forjarnos para el respeto mutuo, para aguantar otras maneras civilizadas de ver el mundo sin peleas, sin trincheras ideológicas. Esto no gustó a los sectores conservadores que votaban al PP y pronto fue tirada a la papelera, acusándola de adoctrinamiento . Tiene gracia que esto venga de quienes han tenido siempre la exclusiva en la doctrina. La ley para la ciudadanía fue sustituída por un híbrido que se llama Valores Sociales y Cívicos, asignatura optativa frente a la Religión. El nuevo curriculum, aprobado recientemente, aún pone peor las cosas. Por de pronto casi toda la oposición junto con algún sector moderado del PP, muestran su más firme rechazo. Se armó el alboroto por enésima vez. Hay quien pide la derogación e incluso la revisión del Concordato con el Vaticano. Muy comentadas están siendo ciertas cuestiones como las referidas “al origen divino del cosmos”. Los políticos agnósticos creen que tal doctrina puede ser hasta dañina para el ulterior pensamiento evolutivo de los jóvenes. Otros argumentan desde el anacronismo que representa la creencia al mismo nivel que las matemáticas o el inglés. Tal vez se podría permitir, opinan otros, si de forma genérica la asignatura se convirtiera en Historia de las Religiones. Hay un hecho que me tiene escandalizado y es el número de católicos que andan imputados por corrupción. Tan mal aprendieron su doctrina que ahora , sin escrúpulo, se llevan sus millones a Suiza en vez de dárselos a los pobres, como dice el Evangelio.
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