Hay que repensar la ciudad. El domingo pasado el director de La Voz de Almería, Pedro M. de la Cruz, ponía en evidencia la casi nula representación de las mujeres en la vida de cómo estamos repensando el futuro desde todos los sectores. El Foro Almería 2020 reunió a más de treinta personas para hablar del futuro de la provincia y no había ninguna mujer. En treinta y seis años de ayuntamiento democrático en la ciudad de Almería, no ha ido encabezado sus listas ninguna mujer dentro de los partidos mayoritarios. Pedro M. hace la siguiente reflexión: ni alcaldesa, ni presidenta, ni vicepresidenta de la Diputación; ni presidenta de la Cámara de Comercio; ni en la dirección de Asempal, etc. ¿Es que no hay ninguna mujer con valía para desempeñar estas funciones?
Las políticas que han llevado a cabo son las que nos han llevado a este fracaso político y económico que padecemos. Nosotras queremos una ciudad realmente accesible para todos y todas, donde podamos relacionarnos desde la igualdad, la solidaridad, la cooperación y el buen trato. Si queremos un nuevo modelo de ciudad y sociedad, estos espacios deben de tener en cuenta a las mujeres y a las políticas feministas. Las mujeres no solo queremos estar en las luchas, sino también liderándolas. Tenemos la vocación de construir una sociedad más justa, solidaria y sostenible. Luchamos diariamente contra la precariedad, la vivienda, la educación, la sanidad y, también, por políticas que hagan de éste un mundo mejor. Es importante reconocer y hacer visible que el espacio y la visibilidad no es equitativo entre hombres y mujeres, y que la ciudad, el barrio y la vivienda se ven de diferente manera. La relación de las mujeres y el hábitat es importante. Es un lugar físico y social dentro de un medio ambiente. Las mujeres tenemos diferentes percepciones, posibilidades y limitaciones en las necesidades del hábitat. Las mujeres, en la sociedad, tenemos muchos roles, dice la ONU: generadoras de vida, sociabilizadoras de los nuevos miembros de la sociedad, estrategas y productoras de subsistencia en su unidad doméstica, productoras del hábitat, transformadoras del medio ambiente al utilizar, adaptar y reciclar recursos y, además, somos miembros activos de organizaciones de barrio y otros colectivos sociales transformadores de la ciudad. Hay que reconocer que la mujer de ahora no es la del siglo XIX, hay que valorar el trabajo de las urbanistas y arquitectas, normalmente ignorado, minimizado o apropiado sin otorgarle el mismo mérito que al trabajo masculino. Hay que ser conscientes de la feminización de la pobreza y como, a lo largo de la historia, ha sido la que ha tejido vínculos y redes entre la familia y la sociedad. Dice Naila Kabeer en “Reversed Realities: Gender, Hieracchies in Development Thought”, de la Universidad de Sussex: “la perspectiva de género en la política y la planificación requiere un análisis previo de las relaciones sociales de producción al interior de instituciones relevantes como son: la familia, el mercado, el estado y la comunidad a fin de comprender cómo las desigualdades de género y de otra índole son creadas y reproducidas mediante sus interacciones, por separado y en combinación”.
Las mujeres no podemos seguir resignándonos a que el espacio político y social siga dominado por los hombres. Las mujeres anhelamos un mundo mejor y tenemos un papel esencial. Nuestra voz y presencia no puede seguir siendo excluida de los foros y escenarios en los que se habla del presente y del futuro. Es hora de pensar en la política como servicio y, nosotras, tenemos vocación para ello.
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