La votación del Parlamento Europeo emplazando al Gobierno de Venezuela “a acabar con la represión y la persecución política de la oposición y las manifestaciones y a levantar la censura de los medios de comunicación porque las voces de la oposición son imperativas para una sociedad democrática” ha dejado en evidencia al Gobierno de Nicolás Maduro y a los partidos de la izquierda europea que votaron en contra. Entre otros los españoles: Podemos, Izquierda Unida y ERC. El precedente es esclarecedor. Quienes ante el electorado español se presentan como campeones de la democracia y la máxima exigencia ética en la vida pública, cierran los ojos ante el atropello del que está siendo víctima buena parte de la población venezolana. El régimen personalista que Maduro heredó de Hugo Chávez lleva meses en una deriva represiva que ha convertido en papel mojado las garantías legales propias de un Estado de derecho. Hay un dato que resume a las claras el actual estado de cosas: el encarcelamiento sin juicio ni defensa de los tres principales líderes opositores. Uno de ellos, bajo la indemostrada acusación de estar implicados en un supuesto golpe de Estado. La presunta conspiración ha permitido al presidente Maduro dotarse de poderes extraordinarios (“Ley Habilitante”) que le faculta para gobernar por decreto. Se diría que son los pasos para concluir en el camino de la dictadura como tantas otras veces se vio en diversos países de Latinoamérica en el siglo pasado. Lo que pasa en Venezuela no atañe solo a los venezolanos. España tiene un deber moral de injerencia. Baste con recordar qué habría sido de la oposición democrática española en tiempos de la dictadura franquista sin el apoyo de los demócratas de otros países. Esta situación, tiene además una componente política propia: el papel de Podemos. Lo de IU no sorprende tanto. Sus posiciones históricas respecto de la dictadura cubana hacia previsible su posición. Pero para Podemos era un test. Del que ya conocemos el resultado. Al votar en contra de una resolución que no aparejaba sanciones económicas , sólo era un toque de atención política es decir, una sanción moral, los de aquí se han retratado. Podemos (Pablo Iglesias) dijo en su día que el partido que preside se veía reflejado en las socialdemocracias nórdicas. No parece verdad. El signo de su voto le ha delatado. Los eurodiputados socialdemócratas nórdicos votaron en contra de la persecución política que padece la oposición venezolana. Por sus obras les conoceréis.
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