Esta romería de políticos visitantes está haciendo temblar los caladeros de la gamba roja en Almería. No solo favorecen al sector de la restauración sino que, además, nos prometen como regalo un millón de empleos para este año y el que viene, ¡Qué más queremos! El poder central no nos olvida. Sin embargo, hay una triste gente entre la que me cuento que no recibe ni un saludo de su presidente del Gobierno. Me estoy refiriendo al sector de la cultura. Para el PP los hombres de libros, los amantes de las artes (no hablemos ya de los investigadores), debemos parecer una comunidad de pingüinos en la Antártida sin otro alimento espiritual que el Ibex 35 o la prima de riesgo. Desde antiguo se nos dijo que no solo de pan vive el hombre, pero parece que esto a los peperos les tiene sin cuidado. Hay pocas cosas que expliquen mejor la desolada idea que Rajoy tiene de la cultura. Para éste el saber no progresa, a lo sumo es algo que debemos conservar como un patrimonio, de ahí su adoración por la tradición, por la gastronomía, por los toros, por el baile flamenco y las demás formas castizas del vivir antiguo. Los viejecitos del casino se relamen de felicidad cuando leen algún reportaje sobre las bolilleras.” ¿Ha visto usted lo que hoy trae el periódico sobre el pendón? Yo en mi juventud también fui portador de la sagrada reliquia. Esta juventud de hoy ya no respeta las esencias de la raza”. Algún concejal de cultura del PP tal vez se sienta molesto y me recuerde el programa de actos culturales que se publica hasta la Feria. Si se fijan casis todos ellos son espectáculos de ocio y entretenimiento. Pocas noticias en este sentido se proponen iluminar el porvenir que es el principal valor revolucionario de la cultura. No obstante al partido conservador no le ha temblado la mano para subirnos el IVA al 21%. Probablemente piensa que el editor de libros de cualquier otro producto cultural es un traficante de diamantes. Sin embargo, no sé por qué razón la pornografía se libra de este esta carga tan alta. Incongruencias del sistema . Un escritor famoso acaba de decir que la historia progresa a impulsos de dos cosas: la cultura y la guillotina. De esta segunda no voy hablar; no soy tan sádico, si bien debería admitirse que la revoluciones llegan por culpa del apolillamiento de las ideas. Sobre la primera cualquiera acepta que sin en ella aún viviríamos encima de los árboles.
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