Susana Díaz

Una mujer morena, envuelta en luna, como diría Miguel Hernández, y dos hombres en el segundo debate televisado de las elecciones andaluzas. El primer candidato es heredero directo de las fuerzas que ganaron la Guerra Civil. El segundo pertenece a los perdedores que por otra parte trabajaron con denuedo para traer la democracia y la reconciliación. En medio del tiroteo dialéctico, Susana Díaz, madre primeriza, un hijo en las entrañas y repitiendo una y otra vez “ yo estoy con los problemas de la gente, no con los líos de partido”. Susana insiste en que su interés es Andalucía. Sin embargo, la oposición tira por los cerros de Úbeda y cree que la meta es la Moncloa. No sé por qué me venía la mente el sufrimiento de Zaida Cantera, víctima de acoso sexual y laboral y encima teniendo que escuchar a Morenés. ¡De lo que se entera uno! Ahora resulta que los presuntos saqueos del PP eran obras de caridad. Desde este momento hay que iniciar el procesos de beatificación de Bárcenas junto a los otros mártires del pelotazo. Susana va a lo positivo. Habla de empleo, de tasas académicas, de colegios sin calefacción, de medicinas gratis para viejos enfermos, de seguir con el coste de la dependencia que otros no quieren pagar, de frenar los desahucios. Moreno, en cambio, tiene demasiado interés en culpar al PSOE del paro. Si esto fuera así, no habría más paro que el andaluz, porque allí donde gobierna el PP, que es en la península y parte de las islas, atan los perros con longaniza. A ver si nos ponemos serios y buscamos las raíces profundas de la crisis, no en las veleidades de Zapatero sino en los hundimientos cíclicos del sistema financiero globalizado. Por cierto, hoy la lucha no es el proletariado contra la burguesía acomodada, sino la del que tiene trabajo contra el que no lo tiene. El miedo al despido rebaja los salarios hasta el hambre y la miseria. Nunca he creído que la derecha en el poder sea capaz de crear la sociedad de pleno empleo por mucha propaganda que manejen. El boom de la construcción fue más bien un delirio especulativo que no ha hecho mas que cargarse las ciudades aumentando las desigualdad. Susana con sus visión maternal, femenina, intuitiva, personalísima, quizá esté más cerca de la felicidad que  todos esos cuadros sinópticos que manejan los hombres. Y si las encuestas estuvieran bien hechas y no nos mintieran, probablemente tendremos pronto una nueva prueba histórica de la sensatez afilada del pueblo andaluz, pueblo con memoria al que no se le engaña fácilmente.