En estas semanas aparentemente de paz política pero de efervescencia interna, sobre todo en el Partido Popular donde alcaldes y barones autonómicos temen lo peor el 24 de mayo, todo el mundo busca referentes para demostrar bien su posición. Pedro Sánchez trata de fijar así la frontera que separa al PSOE de Podemos: "Mi referente es Felipe Gonzalez y el de Pablo Iglesias es Julio Anguita". No hay duda que su mejor aliado y pedagogo es Felipe al defender a políticos presos venezolanos del atropello de Maduro mientras Pablo Iglesias y los eurodiputados de Podemos e Izquierda Unida no votan en Estrasburgo en favor de su liberación.
A quienes visitan el despacho de Sánchez en Ferraz no se les escapa que preside la estancia una gran foto con un mitin de Gonzalez en la Monumental de Barcelona llamando al cambio. Y los que tienen buena información de Córdoba cuentan de las frecuentes visitas a Julio Anguita que en los últimos tiempos realizaron Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero. Todo va cuadrando. Otra cosa es que en esa comparación salga perdiendo Pablo Iglesias, ciertamente coincidente con Anguita en sus planteamientos ideológicos, pero le limita su imagen porque el dirigente comunista no fue nunca un candidato ganador. Y Pablo Iglesias, antes de que las elecciones andaluzas le bajaran los humos, ya se proclamaba en entrevistas como "líder de la oposición" y soñaba con ser primera fuerza en noviembre para aspirar a la presidencia del Gobierno.
A esa alineación Pedro Sanchez-Felipe Gonzalez y Pablo Iglesias-Julio Anguita, se suma la que trata de establecer Albert Rivera con Adolfo Suarez declarando a menudo su admiración por el político que pilotó la Transición. Y falta por ver como se definen en materia de referentes los dirigentes con más posibilidades de reemplazar a Mariano Rajoy en el PP si las cosas siguen empeorando electoralmente, habida cuenta de que la mejoría económica de las macrocifras no parece decidir a una parte del electorado a apoyarlo de nuevo. De momento. El domingo 24 de mayo por la noche tendremos la segunda medición electoral real y en las semanas siguientes, a la vista de las alianzas, datos ciertos sobre posibles alianzas en el futuro Gobierno de España.
En ese posible relevo de Rajoy en su dia, que ahora debería pasar por el refuerzo de la dirección del partido y del Gobierno, destacan tres personajes: Soraya Saenz de Santamaria, Alberto Nuñez Feijóo y Alfonso Alonso, ministro de Sanidad, antes portavoz parlamentario del PP y en sus inicios alcalde de Vitoria. Buenos comunicadores los tres y con imagen de eficacia en su gestión, éstos son los nombres del futuro en el PP cuando Mariano Rajoy y las urnas lo estimen oportuno. Por el camino quedó Maria Dolores de Cospedal. Cabe destacar que para un concurso de méritos, aunque las cosas no van así en política, Nuñez Feijóo puede presentar en su haber dos victorias por mayoría absoluta en las elecciones gallegas, algo solo al alcance de Fraga en su mejores dias. Pero ni siquiera ese seria su referente. Hay veces que en los partidos mirar atrás no es recomendable y eso le pasa al PP con Fraga y Aznar y al PSOE con Zapatero.
Preguntado por cómo ve la tensión de cambio en España, ante lo que podríamos denominar como una posible Segunda Transición, el presidente gallego es claro: "No creo que España esté para tumbarse en el diván del psicoanalista y empezar a pensar quienes somos y donde vamos. No hay que buscar ejemplos fuera. Miremos hacia la Transición y, sin volvernos locos, reformemos lo que haya que reformar, por ejemplo la financiación de los partidos políticos que es el origen de tantas corrupciones. Pero cuando hay temporal, no es recomendable cambiar de barco".
Cierto es que si Dios no lo remedia, tendremos antes de las generales otra elección en Cataluña, el 27 de septiembre, para la que ya se ha firmado un preacuerdo Convergencia- Esquerra. Fíjense: Convergencia si, pero Unió no, con lo que casi está cantada la ruptura de la tradicional alianza entre pujolistas y democristianos. Y también allí nadie puede invocar el referente Pujol, por lo que hasta Artur Mas acude huérfano a elecciones, salvo el mandato divino de conseguir la independencia del que se siente ungido.
En Cataluña los socialistas, que no remontan en las encuestas, buscan a un Angel Gabilondo, una personalidad independiente de prestigio, para encabezar sus listas. Harán bien. Porque se da por hecho que Ciudadanos crecerá sobre ellos y el PP, mientras que Podemos purgará la cosecha de votos independentistas que caían en aquella cesta como simple expresión de su malestar. La cosa es tan seria -hasta podría ser segunda fuerza, según una encuesta de la Generalitat- que Artur Mas arremete contra Podemos en cuanto puede. Vienen tiempos excitantes, no lo duden.
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