Los ecologistas celebran, supongo que con vino espumoso almeriense (Lúcar está haciendo uno de excelente factura), el cierre de una mina en ese paraje increíble que es Sierra Cabrera. (En Turre se disfrutan de los mejores caracoles en salsa de la provincia). Turre forma parte de ese paisaje cabrero. Se están perdiendo los buenos caracoles almerienses, dicen las malas lenguas que por culpa de los herbicidas, y de las chapas de la Sierra de Gádor mejor no hablar. Están protegidas, y si te pillan recogiendo alguna te pueden multar los chicos del Seprona. Ellos no tiene la culpa, es lo que les dicen los jefes y a éstos los políticos y a los políticos los ecologistas. Ojo con los caldos espumosos con los que brinda usted, que si después tiene que conducir le puede costar un susto económico y de puntos. Para puntos el lío que lleva mi señora con la nueva dieta de los ídem. ¡Qué coñazo! Un huevo, dos, media de pan con tomate tres y si le pone aceite dos más. Como para vender aceite, diría el alto Castillo de Tabernas. Me he tenido que comprar una calculadora con tanto sumar. Les interesa saber cuantos tiene una copa de vino, tres puntos. Ya no vamos a poder pasar de una copa. Una botella dieciocho. Si les sumas los que te pueden caer si te hacen soplar en carretera. Flacos nos vamos a quedar, como mi amigo y gran cantaor Pepe Sorroche.
Y de la mina en Sierra Cabrera, ¿qué? Empezó por ahí y nos está metiendo en un berenjenal que no tiene mucho sentido. ¿Sentido? Es verdad. Cada día es más difícil encontrarle sentido a las cosas del día a día. Si se cierra una empresa ¿a alguien le interesa el número de personas que se quedan sin trabajo? Y si es una mina a la que no se le prorroga el permiso de trabajo alguien indica los nombres de los padres de familia que van a perder su puesto laboral. Por eso es mejor hablar de lo ricos, ricos, que están los caracoles en salsa de Turre. En cada bar le dan un toque distinto y característico. Lo mismo se consigue que esos puestos de trabajo se puedan encontrar en la recogida de moluscos, si es que por el camino no lo prohíben los políticos con el apoyo de los grupos ecologistas, como ha ocurrido con las ricas chapas de la Sierra de Gádor. Para qué nos vamos a enfadar con ellos, siempre estarán los caracoles de Turre, sin olvidarnos de los de Felipe en Carboneras.
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