Caprichos  del cielo

 Si es cierto y  mantiene  plena vigencia el añejo reclamo de que en Almería no te sentirás o serás un extraño

José Luis Masegosa
01:00 • 06 abr. 2015

Casi nadie en Almería escapará a la inmensa capacidad de asombro y de sorpresa que nos pueden ofrecer los cerca de 8.800  kilómetros cuadrados de la geografía provincial. Si es cierto y  mantiene  plena vigencia el añejo reclamo de que en Almería no te sentirás o serás un extraño, no es menos cierto que en Almería sí podrás sentir las extrañezas, cuando menos, o las extravagancias que por variopintos motivos nos brinda esta sentida tierra nuestra.  Se presupone que una provincia que es pura naturaleza debe acuñar en su esencia una mayor sensibilidad hacia cuantos aspectos y fenómenos están necesariamente vinculados a la misma.  Me refiero, por ejemplo, a determinadas inclemencias como el viento, sea de poniente o de levante, o a las duras calimas estivales que hacen más evidente el clima desértico de nuestros páramos. La bóveda celeste también deja caer su influencia en los ciento tres municipios almerienses y todo cuanto en ella se mueve. Si echamos un vistazo atrás en el tiempo pareciera que la atracción gravitatoria se  ha tornado siempre más intensa en las sierras y valles almerienses o que el azar y desconocidos poderes propician el acercamiento de aeronaves al suelo almeriense. Desde el incidente de Palomares se ha producido en el tiempo una sucesión de caídas y aterrizajes que crean, cuando menos, cierta curiosidad e interés público.


La guinda de esta fenomenología almeriense, por llamarla de alguna manera, la ha puesto el helicóptero hallado en Fernán Pérez, que a lo mejor tiene poco de misterio y mucho de realidad. Al menos, en esta ocasión no ha ocurrido como con la misteriosa avioneta que aleja las tormentas y precipitaciones, esa que todo el mundo oye pero nadie ve. En este caso ha sucedido lo contrario, nadie ha oído el rugido de los motores pero todos han podido ver el vehículo volador posado en el paraje de Las Bichas. Será la cuestión un capricho de nuestro cielo  o un misterio sin misterio.







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