Errar es humano, ¿y errar a conciencia?

No puedo dejar de pensar estos días en Anita, personaje de West Side Story, cantando ‘América’ en favor de los Estados Unidos, mientras que Bernardo responde con las críticas satíricas al racismo de la sociedad estadounidense, en una escena musical estupenda, con ritmo, colorido y movimientos continuos que invita a levantarse del asiento para bailar con ellos, pero que resulta de una crueldad aplastante por la realidad que relata, como cuando dice aquello de «Un inmigrante siempre será un inmigrante». No veo yo a Rajoy recreando la escena asumiendo el personaje de Anita pero sí escribiéndole el guión por su sapiencia en esto de hacer sentir a los inmigrantes que siempre lo serán. Le pareció insuficiente maltratarlos mediante aquel Real decreto insolidario e injusto con el que se les arrebató la universalidad de la sanidad pública, por ello ahora ahonda en el desprecio tratando de utilizarlos electoralmente, parcheando y reconociéndoles la atención primaria sanitaria pero ¿qué ocurre si deben derivarlos a un hospital o si no tienen recursos para pagar medicamentos? En aras de recortar en gasto parece que todo entra en el saco, pero es cierto y verdad que no había necesidad de tomar aquella medida, porque realmente no ha habido ahorro pues las urgencias se han visto saturadas de inmigración irregular en los territorios que han aplicado el decreto, no como Andalucía, donde la cobertura es total, pues nos resistimos a este atropello indecente de inhumanidad extendida por el resto del Estado. Rajoy y su ministro Alonso tienen la oportunidad de rectificar pero a lo grande, devolviendo lo que es justo a quienes se lo quitó, o retirando el repago farmacéutico a nuestros pensionistas,..., pero claro, entonces rompería con su modelo, ese en el que el PIB sube sostenido por unos pocos, frente a unos muchos que, por primera vez en democracia, son pobres aún trabajando. Ya lo dijo el poeta británico del XVII, Alexander Pope «Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios», pero usted, señor Rajoy, también puede rectificar sus ¿errores?, aunque no sé si habrá quien le perdone tanto dolor.