Ahora mismo somos muchas mujeres enfrentándonos solas a la violencia que se ejerce hacia nosotras: malos tratos, humillaciones y sufrimiento. La espeluznante comparación que hizo la Guardia Civil, en un tuit, equiparando la violencia de género con otras violencias en el ámbito doméstico nos demuestra varias cosas. Entre ellas, que no podemos bajar la guardia ni mirar a otro lado ante los casos de violencia de género, y que la Guardia Civil tiene que explicar qué entiende por violencia de género y cómo va actuar ante ella.
Hay mucha información en la que se diferencia la violencia de género de la pareja, familiar y doméstica. Y entre ellas la violencia de género es uno de los grandes problemas que tenemos que afrontar, aunque la Ley de Protección Integral supuso un antes y un después en la lucha ante esta lacra. Los datos son terroríficos, según feminicidio.net: 20 mujeres asesinadas en lo que llevamos de año, y los asesinatos son la punta del iceberg de la violencia de género: la humillación constante y el maltrato físico también es violencia de género. Hay unos 600.000 casos de maltrato al año. ¿Y cómo reaccionamos ante esta desgracia? Los medios de comunicación naturalizando los asesinatos, tratándolos como crímenes pasionales; el Estado, con el Ministerio de Sanidad al frente, con una macroencuesta, en la que refuerza a modo de disculpa los motivos, como la vergüenza, miedo, etc. E incluso como dice el médico forense especializado en Violencia de Género, Miguel Lorente: “minimizan lo ocurrido, insinuando incluso que algo habrá hecho ella, o justifican el homicidio de la mujer con argumentos como los celos, el alcohol, las drogas, el crimen pasional, o los trastornos psicológicos”. Y el machismo ahora se disfraza con mensajes en los que equipara la violencia de género con la doméstica. Estos neomachistas aseguran que el 80% son falsas, y ante eso la Fiscalía General del Estado puso cifras sobre la mesa: en el 2009, por ejemplo, sólo el 0,0096% de las denuncias fueron falsas. Y que la mujer también ejerce violencia hacia el hombre. Sobre esto también hay datos dados por el Consejo General del Poder Judicial, en el Observatorio del CGPJ destinado a la violencia de género y doméstica refleja en el 2008 que el 80,6% de los homicidios de hombres dentro de las relaciones familiares o domésticas son cometidos por otros hombres- padres que matan a hijos, hijos que matan a padres, hermanos a hermanos- y no por mujeres. Los hombres asesinados por sus mujeres fueron 2 en 2007; 5 en 2008; 9 en 2009; 6 en 2010 y 5 en 2011. Un total de 27 en 5 años. 5 de los asesinatos fueron ejercidos por sus parejas hombres. En los últimos once años, han sido asesinadas más de 700 mujeres por sus parejas o exparejas hombres. El postmachismo, como también se le llama a este nuevo machismo, asegura que la retirada de las denuncias de mujeres maltratadas se debe a causa de denuncias falsas. Ante esto decir que el 5,6% de las mujeres asesinadas en 2014 habían retirado la denuncia, y sólo la pusieron el 31% antes de ser asesinadas por sus parejas. Y no es que haya ahora más machistas que hace unos años, es que antes no se atrevían a decirlo tan descaradamente: se enmascaran con estos nuevos argumentos.
A la igualdad no le estamos dando tiempo para enraizar; la educación cada vez es más escasa y no transformará las estructuras patriarcales ni las conciencias si no aplicamos urgentemente políticas contundentes. El machismo está enraizando entre la juventud, el 24% de los jóvenes cree que el lugar idóneo para la mujer es la casa y las tareas domésticas. “Entre ellos se creen que los celos son normales y que el amor tiene que ser posesivo”, me comenta una orientadora de educación; “es alarmante la violencia de género que viene en las próximas generaciones ya que ni se hacen campañas en los colegios ni en los institutos”. Hay que recordar que recientemente se ha eliminado del currículo escolar de la asignatura como Educación para la Ciudadanía, que contenía contenidos por la igualdad.
Es aterrador pensar que esas mujeres asesinadas amaron y abrazaron a sus asesinos compartiendo sus vidas, sus sueños y sus anhelos. Decía un artículo titulado “No odio a los hombres”: “no he aprendido a odiar a los hombres. He desaprendido a amar a cualquiera”.
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