Teatros mil

“No conviene estar acordándose de la guerra civil con las consecuencias dolorosas que aún persisten”

Kayros
23:20 • 10 abr. 2015

Abril se presta a las teatralerías. Pasados los chubascos tormentosos, las nieves, las lluvias y los fríos del invierno, se abre un tiempo alegre y familiar que podríamos llamar de la representación. Por estos lares tenemos Las Jornadas del Siglo de Oro, los festivales del Ejido, la Fería del Libro y no muy lejos de aquí las Fiestas de Primavera. La Batalla de Flores y el Entierro de la Sardina. El mundo antiguo y el moderno se dan cita gozosamente para exprimir las enseñanzas de la historia a la vista de lo que nos fueron dejando poetas y cómicos de la legua. La situación social española se presta a la comedia más que a la tragedia. Y demos gracias por ello. No conviene estar siempre acordándose de la guerra civil con las consecuencias dolorosas que aún persisten. Aquí hay un tema inevitable que asoma por todas partes. Si hubiera que representarlo plásticamente mediante un desfile de carrozas huertanas, debería llamarse “La Traspariencia”. El exjuez Garzón acaba de publicar un libro de 600 páginas que que lleva por título “ El Fango”. Una de sus conclusiones más afiladas es que no siempre las instituciones han tenido voluntad clara de terminar con la corrupción. Y lo dice un hombre experimentado que, entre otras desdichas, ha sido excluído de la carrera jurídica por intentar ir más allá de lo establecido. Desfile de héroes y de antihéroes: GAL, Filesa, Gurtel, ERES, tarjetas de Bankia, Remasa, Baleares, Castellón, Alicante, Granados y la Púnica, Bárcenas y sus millones en Suiza, presuntas financiaciones ilegales del PP, etcécera. Un director de escena tendría aquí para montar unas buenas jornadas de teatro de vanguardia, no precisamente del Siglo de Oro. Y hay escenas que deberían hacernos reventar de risa como ese periódico que escribe diariamente sobre la corrupción en Andalucía pero nunca tiene una mala palabrita para despotricar sobre la de Madrid o la de Valencia. Por lo visto hay dos clases de corrupciones: la de clase alta y colegio concertado y la de puticlub de carretera. Dicen que la mordida no es de derechas ni de izquierdas, sino de la naturaleza humana. Si es así por ¿qué se enfadan cuando el fango toca los grandes artesonados, como diría Horacio? Vamos a dejarnos de tartufismos hipócritas y llamemos las cosas por su nombre, que todo comienza con un arrepentimiento verdadero.







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