El pasado jueves 23 de abril, día del libro en honor a aquel manco excepcional e inconformista que fue Miguel de Cervantes, aparecieron en rueda de prensa el presidente del PP Gabriel Amat, el portavoz nacional Rafael Hernando, doña Carmen Navarro y su compañero Juan José Matarí. Iban a contarles a los agricultores almerienses que veintisiete mil de ellos se iban a ahorrar más de setenta millones de euros por la nueva rebaja fiscal. ¡Bien! Ni qué decir tiene que la noticia era positiva para un sector agrícola como el nuestro que obtiene buenos datos globales según nos cuentan las administraciones, pero que los mismos a la hora de repartirse no llegan a los que trabajan bajo los plásticos, sean propietarios o no. Lo sorprendente de la rueda de prensa no fue la noticia dada a conocer, la sorpresa era la cara de los cuatro protagonistas almerienses. La foto la pudieron ver el viernes en la edición escrita de LA VOZ. Dios mío, ¡qué caras las suyas! Parecía que les habían quitado el sueldo, que habían perdido las elecciones, que no van a estar en las próximas candidaturas de su partido. Todo un poema, paisanos. Si la cara es el espejo del alma, tribulada alma la que tienen en estos momentos los dirigentes del Partido Popular de Almería. Busquen el periódico y examinen detenidamente la imagen de Gabriel Amat. No es capaz de mirar al frente, quizás para que no veamos en sus ojos la verdad que se esconde en ellos. Esquiva la mirada de las cámaras que le enfocan. ¿Qué busca clavándola en el suelo? Un auxilio, una ayuda, una solución a lo que algunos de sus compañeros de Madrid le están haciendo a sus últimos años de vida política. ¡Vaya vía crucis, Gabriel, el que está soportando!. Si el vía crucis de Gabriel es político, no lo es así el de todos los militantes dentro del PP almeriense. Lo que está ocurriendo se va a notar en los votos de los ciudadanos, tanto en las municipales como en las futuras generales, y ello va a suponer que se pierdan puestos de trabajo, buenos sueldos al final de cada mes. Y lo que es peor, influencias. No hay nada que le siente peor a un político que perder sus influencias. Y en el PP muchos llevan ese camino. La foto es la clara sensación de derrota que se está viviendo en el partido. Tras las europeas no lo vieron o no lo quisieron ver y siguieron en sus trece.
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