Las noches de claro en claro

Créanme que estos días preferiría buscar otros argumentos menos trillados o quizás menos habituales, pero la sobreexposición a la información electoral que padezco, y digo bien, por razones fatigosas de explicar en este momento, me somete a una especie de esclerosis intelectual en la que prácticamente apenas hay espacio para otra cosa que no sea el trasiego de informaciones, apariciones, rumores y conciliábulos propios de la inminencia electoral. Aun así, no puedo dejar de sorprenderme ante el desmedido caudal de promesas absurdas, reiterativas, impracticables y descacharrantes que pueblan los titulares y asaltan las pantallas de los móviles con impertinentes sonidos. A la ya mencionada secuencia de sandeces (la vuelta de mineral al puerto; la creación de un consejo consultivo de púberes y la implantación de una Escuela Municipal de Carnaval, todo por cortesía del candidato socialista) se une ahora la idea del candidato de Ciudadanos de convertir el abominable edificio de Correos en biblioteca pública 24 horas. Si la ocurrencia tuviera como objetivo el que algunos miembros de su formación pasaran las noches de claro en claro, leyendo al estilo cervantino, podríamos darla por buena, ya que escuchándoles algunas cosas y. sobre todo, leyendo otras, más parece que pasen los días, igual que el admirador de Dulcinea, de turbio en turbio.  Pero aunque leer es siempre bueno, ya no lo es tanto prometer cosas que competen a otras administraciones (Correos no es de titularidad municipal, al menos por el momento) y que suponen, además, un desafío a las teorías de estructuras y fatiga de materiales impartidas por las escuelas de arquitectura, ya que además de inabarcablemente feo, el edificio plantea problemas de aluminosis. Así que yo les sugiero modestamente que lean. Ellos y cuantos estos días andan de majadería en majadería hasta la jornada electoral. Que lean. O por lo menos que se lean antes lo que van a decir, a ver si se dan cuenta de lo que están prometiendo.