Entre la precampaña electoral y la campaña propiamente dicha, llevamos varios meses de palabreo. Es muy difícil ahora que se acaba el ruido y la furia, adivinar el lugar propio de algunos conceptos referidos a los partidos. Al principio sabíamos algo sobre el bipartidismo y sobre los partidos emergentes: hoy todo es más difícil después de la prédica incansable de los líderes que, por lo general, suelen emborronar lo que estaba claro.
Dice Rajoy que el PP es un partido que se formó en la calle. No sé a qué calle se refiere como no sea aquella donde Fraga mandaba. “La calle es mía” dijo por aquellos días el ministro de Información y Turismo de Franco. Menos trasparentes ha dejado las cosas Esperanza Aguirre. Intentando referirse a Podemos como un partido de izquierdas, nuestra condesa madrileña ha dejado caer que si el partido de Iglesias se transforma en el primer partido político de Madrid “ésta será la última vez que votemos libremente” ¡Qué mal pensada anda Doña Espe! Se ve que recibe información secreta de Maduro o del Politburó soviético! Por Almería la campaña no le va a la zaga, Tal como se esperaba, los líderes del PP han predicado que ya hemos salido de la crisis, han creado empleo neto y mucho más que esperan crear en los años venideros. Les faltaba algo reciente y calentito en la cultura y lo encontraron recordando al Movimiento Indaliano, un suceso de difícil genealogía promovido en los 40 por Jesús de Perceval.
Después de la escasa colaboración del PP respecto a la posible investidura de Susana Díaz, no se puede hablar del materno-infantil ni del AVE. Con lo cual todos estos problemas no solo se eternizan sino que, además, entran a formar parte de los agravios socialistas. Como ven, lejos de que las campañas sirvan para que las fuerzas políticas se entiendan sobre deficiencias estructurales, lo que terminan es haciéndolas irresolubles. Tampoco faltan quienes se acuerdan de la campaña “Almería sin salidas” como si todavía gobernara Griñán o Chaves. La posibilidad de que Susana gane otra vez las autonómicas, todavía haría más distante y encabronada la colaboración de la derecha. A largos siglos de no entenderse pueden suceder lustros y lustros de mentiras.
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