Política ficción: la fábula minada

Antonio Alvarez
01:00 • 21 may. 2015

Cuando la intervención del poder absoluto corrompe absolutamente; cuando la cochambre de lo puesto a dedo es la fuerza de la costumbre mal acostumbrada; cuando la cara dura pueblan tierra de molinos, olivos, vides y naranjos, resumiendo “tierra de conejos”, que es como los fenicios tildaron a este pegote en el mapa que es España (y los fenicios tenían un amor profuso por el comercio, el ocio y el negocio), todo parece que es cosa de Quijotes resistir al hedor, a la peste bubónica, e incluso combatirlo a golpe de ficción, porque visto lo visto y por desgracia, da igual políticamente por donde sopla el viento o la ventosidad, vaya usted a saber. Que el viento viene de levante, pues levante usted la mirada y verá a la derecha una gaviota, revestida en gavilán, moribunda de tierras valencianas, por cierto con himno compuesto por un almeriense (Maestro Padilla). Que el viento viene de poniente, pues póngale el collar o el cascabel de la izquierda a la mina (que es como dicen chica en Argentina) de Aznalcóllar, o a la felina presidenta que engatusó con su poderío, y voto a bríos que fue así,  vendiendo a los andaluces la necesidad del adelanto electoral, y la piel del oso antes de ganar con holgura unas elecciones innecesarias (por gasto, por tiempo perdido), cosa que no fue así como la realidad mostró, porque el cristal político se ha roto en pedazos complejos de encajar en el puzle andaluz. Y ahora fíjense (menos mal que el presupuesto quedó aprobado) estamos a pique de un repique y de salir manchados con un nuevo presunto despropósito en puertas de las municipales. 


Que sí, “que así, así no gana el Madrid”, y ya lo vimos el miércoles de la pasada semana cuando una escuadra con nombre Juventus (juventud) ubicada en el Turín italiano, pero con delanteros españoles, Morata y Llorente, le cantó el Mambo Italiano de Renato Carosone a un equipo “muy español”, con delanteros portugués y francés. Los merengues se veían ya en la final, y fue tanto el dulce que ingestaron que acabaron como en “ese panal de rica miel donde las moscas acudieron, y por golosas murieron presas de patas en él”, ya saben las cosas del ilustrado vascongado (en el siglo XVIII el topónimo era así) conocido por sus fábulas y de nombre Samaniego. 


Siguiendo con las fábulas y con el blanco en la equipación del defenestrado, y a la espera de que gane la final de esa Champions tan cacareada un equipo español, “muy catalán”, pero con delanteros argentino y carioca, pues me viene a la memoria la fábula de la lechera... Pensaba tanto en la pasta de la venta de la leche contenida en el cántaro, que el salto de alegría dejó hecho trizas el sueño: “no anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro”. ¡Cómo eran estos ilustrados vascongados! 




Política ficción es el futuro inmediato, ya saben, el pescado está vendido... Que ustedes voten y lo boten bien el próximo domingo, veremos si soplan nuevos vientos.






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