Hay un fundamento de todo nuestro edificio constitucional. Ese principio establece que la soberanía reside en el pueblo. Aquí pueblo no significa solo los pobres, tampoco los ricos, sino todos los españoles. Quiere decir que hay que prepararse para no ir más allá del principio ni tampoco quedarse a mitad de camino.
Esta doctrina bien asumida nos sacaría de la duda respecto a temas cruciales de gran actualidad, como por ejemplo los desahucios, la pobreza infantil, el despido libre etcétera. El cambio del poder político a manos de la izquierda puede producir terremotos dentro de la sociedad española y sabemos por la historia que la derecha no se quedará cruzada de brazos.
Puede darse el caso de que la alcaldesa de Madrid, doña Manuela Carmena, entregue el mando de la policía a Podemos, además del urbanismo y otras encomiendas. Imaginen el contraste. No hace mucho estos chicos corrían delante de los guardias protestando en torno al Congreso. Hubo cargas, palos, gritos y rotura de cristales. Se dice que la ley mordaza nació para reprimir estas algaradas fuera de ley. Pues bien, el cambio (esto sí que es cambio) podría hacer que veamos al frente del orden a un militante del partido de la coleta. Y lo mismo puede ocurrir en Barcelona. Ustedes recuerdan a Ada Colau materialmente arrastrada como un trapo por la policía por negarse a callar en uno de los desahucios. El cambio puede hacer que ahora sea ella la jefa de los mismos policías que le arrastraron. Más que ironía del azar lo que yo creo que resulta aquí es una gran lección del sistema democrático y a él deberemos atenernos si queremos que esto marche. Será muy difícil que callen las voces agoreras. Hablan de radicales como si ese epíteto solo fuera propio de izquierdas. Sin embargo tenemos otros radicalismos más profundos y perniciosos como el del FMI que no cesa de darnos consejos sobre abaratamiento d el despido , subida del IVA y otras reformas. No sé si a esta gente se le ocurren los recortes cuando están más hartos de comer o de beber whisky , pero parece claro que los pobres no les roban el sueño. Se avecinan tiempos en que va a hacer falta mucho equilibrio si no queremos repetir el conflicto social nunca acabado.
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