Ayer comentamos aquí algunas rarezas del tiempo variable y no hicimos mención de la lista más votada que ha sido la novedad de estas elecciones pasadas. Siempre se aprende algo. Cuando a la hora de los pactos, el PP perdía algún ayuntamiento importante o la presidencia de alguna autonomía, el portavoz del partido conservador aludía a la lista más votada. Para él representaba una injusticia que, habiendo ganado las elecciones y siendo ellos la lista más votada, tuvieran que pasar a la oposición. Para más inri, los moderados se aliaban con los radicales, y esto colmaba ya la paciencia de Génova, que no se recató de llamar traidores a los componentes del pacto como si hubieran cambiado el espíritu del voto. Como dice Juan Luis Cebrián, “con arreglo a nuestro sistema no es la lista más votada la llamada a gobernar, ni tiene por qué serlo, sin aquella que sea capaz de congregar una mayoría suficiente para hacerlo”. Rajoy se quejaba de que el PSOE no tiene otro objetivo que echar al PP del poder y en base a ello era capaz de maridarse con lo peor del radicalismo y el populismo. Pero ¿quién ha dicho que no es democrático terminar con un sistema que ha entronizado la corrupción a niveles insoportables? ¿Por qué nacieron esos partidos que ahora temen? Casos de corrupción no cesan ni siquiera en los días de elecciones. La cuantía de esos pufos hace aumentar el escándalo que no se detiene. Los tuits de Blesa, que ayer se publicaron, dan a entender que las preocupaciones metafísicas de esta gente era escoger la marca de un vino por caro que fuese, así como pasar sus vacaciones en África matando hipopótamos. Las diversas cadenas han tenido el mal gusto de meter escenas de los preferentistas gritando desgarrados por las calles ante lo que ellos creen que es un robo sin conciencia. Las nuevas mayorías se constituyen para eso, para sacar del poder a los corruptos y ladrones que se han dado la vida padre a costa del prójimo. Y no hace falta acudir a casos que andan entre jueces, también hay que deplorar igualmente los recortes en educación, en sanidad, en investigación y en cultura. De desahucios ya vamos bien servidos con lo que hemos visto esta semana.
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