Nacemos libres e iguales y la Declaración Universal de los Derechos Humanos promete un mundo en estos términos. Por tanto tenemos responsabilidades, como ciudadanos del mundo, y el deber de implicarnos en nuestro entorno cercano y no quedarnos quietos cuando escuchamos: ¡maricón de mierda! En España el 40% del alumnado de secundaria, asegura presenciar insultos y burlas de carácter homófobo y un 20% ha contemplado hechos de violencia física, motivada por la orientación sexual o cuestión de género. Uno de cada cinco alumnos percibe con “normalidad” esta violencia por el aspecto físico, la forma de vestir y orientación sexual.
Hay que seguir poniendo todos los medios necesarios para evitar que nuestros jóvenes sigan sufriendo acoso escolar por su identidad de género u orientación sexual, algunos incluso cuando se atreven a expresarse hasta cambian de nombre para reforzar su identidad de género, como es el caso de Ifex, joven almeriense del colectivo COLEGA. Y viendo estas estadísticas podríamos pensar que la homofobia es una condición del ser humano, pero no es así. Dice la Federación Andaluza Arco Iris que “la homofobia, al igual que la violencia hacia las mujeres, es un problema estructural de nuestra sociedad machista”. Tiene que ver con la formación y la educación que se recibe. Aunque nuestro país está muy bien posicionado a nivel internacional en actitud positiva sobre la homosexualidad, la tasa de suicidio entre los adolescentes gays es tres veces superior a la media. Por eso la iniciativa de que ondeen, el 28 de Junio, banderas arcoíris en los Ayuntamientos para celebrar el Día Internacional por los Derechos de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, es un pequeño gesto que aliviará a las personas que, en silencio, llevan la carga de lo que son y sienten. Dice el poeta Walt Whitman en su poema Carpe diem: “no permitas que nadie te quite el derecho de expresarte/ que casi es un deber…la mayoría vive en un silencio espantoso”. Hay que visibilizar a los colectivos reprimidos por su diversidad de identidad: por sexo, orientación sexual e identidad de género. También es hora de grandes gestos para potenciar una ley estatal contra la LGTBI+fobia, que evite que queden impunes los delitos de odio. En el 2014 fueron el principal delito de odio, según el informe sobre incidentes relacionados con este tipo de delitos en España, de los más de 1.200 casos registrados. Incluso puede convertirse en una pesadilla judicial para las víctimas, como es el caso de la pareja almeriense que acabó imputada por exhibicionismo tras ser agredidos e insultados por ser pareja, con un grito que decía: ¡ni un paso más maricones! Además de denigrados y agredidos, se les pide una fianza de 12.000 euros y el juicio se ha aplazado por vacaciones. Casos como este nos hacen reflexionar que, aunque se ha avanzado mucho en España, hay que seguir reivindicando la igualdad real.
En otros países incluso se criminaliza, en 76 prohíben la relación entre las personas del mismo sexo, se les tortura e incluso, en ocho de ellos, son condenadas a muerte por su identidad de género u orientación sexual. Las personas son perseguidas por mostrar el afecto en plena calle o, incluso, se viola a las mujeres para corregir su lesbianismo. En 1.990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades. Decía Antonio Machado: “es propio de los hombres de cabezas medianas embestir contra todo lo que no les cabe en la cabeza”.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/85540/orgullosa-de-la-diversidad