A la llegada del verano le sigue la aparición de su correspondiente serpiente. En este caso, y dadas las circunstancias, no tenemos una serpiente sino un terrario poblado de todo tipo de ofidios; algunos más rastreros que otros, pero bichas a la postre.
Y aquí estamos, pendientes de saber si la mordedura es venenosa o inocua, letal o leve; o si era lagartija.
En la “sociedad de la información” nadie es capaz de descifrar un recibo de la luz -ahora peor con los consumos “inteligentes” por tramos-, y son muy pocos los que saben qué están pagando por su línea de móvil, la permanencia y el terminal de “regalo”. Tampoco es posible saber quién tiene más audiencia en el EGM: todos son ganadores, suben, suman, comparan…etc. Y nadie nos sabe decir si nos perjudica y cuánto que Grecia salga o se quede en la zona Euro.
La pretendida regeneración democrática ha lanzado indicadores (portal de transparencia) en los que aparecen emolumentos oficiales, propiedades declaradas y reservas en alguna cuenta corriente. Todo tan transparente y fiable como la famosa declaración de bienes de Manuel Chaves (5.701 euros en cuenta corriente y un vehículo adquirido en 1992 que bien podría ser un Hispano Suiza por antigüedad). Y es que no han pasado cinco minutos de las publicaciones de “portal de transparencia” cuando se observa que no aparece absolutamente nada sobre la administración paralela de la Junta. Una cosa es quedarse en el portal, y otra entrar hasta la cocina que es donde están las viandas.
No hay fiabilidad ni confianza; y en asuntos tan sensibles como la salud pública hemos conocido episodios como el “bichito” de Sancho Rof (aceite desnaturalizado) o el cocido con huesos de vacas locas de Celia Villalobos (encefalitis espongiforme). Ahora, con la invasión de algas tóxicas que ha cerrado playas en Cuevas y Vera, vemos que la ausencia de responsabilidad y autoridad ha dado paso a la especulación, incertidumbre y dudas sobre la verdadera naturaleza de la contaminación tóxica. Y no es para menos dada la inutilidad de la delegación de Salud que ha dado pábulo a la especulación con ausencia de información, metodología sospechosa y ausencia de contundencia científica en sus paupérrimos asertos.
Ante la inoperancia de la Junta de Andalucía, la empresa privada (Deretil) ha tomado la iniciativa aportando un importante volumen de datos y referencias con base científica probada para desligar esta contaminación de un presunto accidente industrial. Y ciertamente, ante la documentación suministrada deja muy poco margen a la especulación que, dicho sea de paso, es determinante para evitar rumores infundados o insidias de ciertos activistas.
El sentido común me dice que a todo vertido químico tóxico marino le secunda una mortandad de especies, y la pregunta es ¿hubo alguna vez aparición de peces muertos? Al contrario, es un hecho científicamente probado la compatible proliferación de diatomeas y dinoflagelados con especies en zona pelágica (aguas exteriores) o demersal (aguas costeras). Una vez más hemos dado un espectáculo lamentable por inutilidad en la gestión de una crisis que se podía resolver con una autoridad mínimamente diligente y competente.
Llegan las noticias: vuelve a subir el paro en Almería y el turismo no se consolida. Pero no cesamos en la “promoción”. Ahora se denuncia que Palomares es un “cementerio atómico al aire libre”, que unido a la intoxicación playera y el leviatán del Algarrobico sólo falta el pez muerdecojones para redondear el despelote estival almeriense.
Por cierto, el carril bici de nuestros desvelos va estupendamente. La temporada está asegurada.
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