Quienes ya peinamos canas recordamos con amor no exento de miedo aquel duro bachillerato de la posguerra española donde abundaban las clases de latín y griego. Del latín se decía que era nuestro padre nutricio y del griego que era el padre del latín y de toda nuestra concepción del mundo. No pasamos de traducir trabajadosamente algún autor, pero se nos quedó en nuestra memoria una serie de palabras clave como "sofrosine", " aleceia", " kairós", etc, palabras fundacionales del pensamiento occidental que tanto nos han serrvido para entender y soportar la vida. Sofrosine es el equilibio y la moderacion, aleceia, la alegría de vivir, y el kairós el arte de escoger en cada momento lo que el que hay coger en momentos de duda.
Lejanamente el refrán español recuerda tal doctrina cuando decimos "a la ocasión la pintan calva". No puedo disimular mi alegría cuando veo por televisión las calles de Atenas con sus tiendas llenas de anuncios en griego.
Una puerta nos advierte que la salida es "exit", en latín, y "éxodos" , en caracteres cirílicos. Ahora todos sabemos lo que es un éxodo, y no solo por el famoso peregrinaje de los israelitas por el desierto, sino por los muchos pueblos que abandonan sus orígenes impulsados por la guerra.
Llevamos varios meses bombardeados diariamente por los problemas de Grecia. Yo no he visto que ningún conflicto en la calle, ni atracos ni violaciones. El corralito trancurre con las aglomeraciones normales y la juventud baila, se queja, aplaude. Parece que la sofrosine de su tradición cultural les ayuda a soportar sin ruido la tragedia griega.
Ahora bien. Nadie más interesado que el PP para servirse de Grecia con el fin de politizar el asunto. Pablo Casado, el nuevo protavoz el partido conservador , ha visto un panorama que ni siquiera lo adivinó Casandra. ¡Hombre, por favor!
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