Mareas y cuadrillas carpetovetónicas

En La Coruña, en el otro extremo de la península que algún geógrafo con vocación de taxidermista definió como “piel de toro”, este verano no habrá corridas de toros. El nuevo alcalde, Xulio Ferreiro, perteneciente a una de esas Cofradías del Megáfono que allí se hacen llamar “Marea Atlántica” (otra marca blanca de Podemos) ha anunciado la suspensión de la feria taurina, que ya tenía cartel para los próximos 1 y 2 de agosto, por “razones de interés público”. Cerrojazo y tentetieso, porque aunque ellas y ellos van de tolerantes y de progres, les encanta prohibir, vetar e impedir tanto o más que a algunos gallegos nacidos en Ferrol. Puede que todos estos panfletarios piensen que con estas prohibiciones -tan de su gusto- están contribuyendo a acabar con esa “España árida” que otro gallego (que, por cierto, quiso ser torero) como Camilo José Cela, describió hace muchos años en obras como “El gallego y su cuadrilla”, tan llena de retratos y anécdotas con sabor a tarde de pueblo con calor, moscas y sangre. Pero la verdadera catetada o, por retomar la acuñación del propio Cela, el “apunte carpetovetónico”, es pretender a estas alturas que la fiesta de los toros no es más que una metáfora sombría de una España anclada entre el paredón y la cripta o cualquier otra ocurrencia propia de los afectados por el psicodrama antiespañol. Personalmente, me aburre mucho esto de salir cada verano a responder a algún integrista antitaurino sobre las ventajas económicas, ecológicas y hasta filósoficas de la Fiesta, porque la mayoría de ocasiones es como pretender hacer razonar a un tabique. Por eso me limitaré a decir que estas manías persecutorias son la mejor demostración de la incapacidad de todas estas mareas de izquierdas y sus corrientes para asumir la existencia otra postura diferentes a la que ellas y ellos quieren imponer. ¿Acaso es obligatorio acudir a las corridas de toros? Pues que respeten a los que disfrutan de la lidia, manda carallo.