Si el Secretario General de Podemos regaló al rey un ejemplar de la serie Juego de Tronos, debería el monarca hacer lo propio y devolverle el gesto en forma de film obsequiándole con un ejemplar de La vida de Brian. El pedagógico largometraje de Terry Jones cuenta la historia de un joven idealista contrario a la ocupación romana de Judea, que se afilia a una de las numerosas organizaciones partidistas que la combaten, el Frente popular de Judea. La historia cuenta como aquellas organizaciones son incapaces de unirse – a pesar de que comparten el mismo fin- y no sólo eso, sino que dedican la mayoría de su tiempo a pelear entre sí, diluyendo en su horizonte combativo la verdadera razón que persiguen las organizaciones a las que pertenecen. Pablo Iglesias se presenta ante este país como el hombre capaz de aglutinar tras de sí a todas aquellas personas que quieren combatir el régimen democrático establecido que consideran acabado, proponiendo un nuevo modelo de organización social compartido, instado y meditado por amplios sectores de la izquierda política y movimientos sociales y asamblearios de la izquierda universitaria (sobre todo madrileña). Pero aún así ha decidido emprender el camino hacia la tierra prometida en solitario, o mejor dicho, acompañado de quién conoce irresistibles a él mismo. Ha decidido dejar en la estacada -humillándoles incluso - a muchos de los actores sociales que venían pidiendo palabra a palabra lo que Iglesias viene demandando desde su vertiginoso camino hacia la política activa, entre ellos IU, y a su candidato y amigo del propio Iglesias, Alberto Garzón. Pues ahora, y tras numerosos intentos de este último de procurar lo que Brian Cohen – protagonista de la película y miembro del Frente Popular de Judea- le reclamaba al líder del Frente de la Judea Popular cuando ambos se encontraron durante el transcurso de un complot contra el gobernador,esto es, la cohesión de ambos grupos para alcanzar el objetivo común, el candidato de IU decide impulsar una nueva plataforma de unidad popular paralela al partido de Iglesias. Y para ello no está solo, cuenta con numerosos apoyos de base de todos y cada uno de los partidos y organizaciones sociales que conforman el espectro político situado a la izquierda de los socialistas. Hablo de numerosos cargos de la propia IU, Equo, e incluso Podemos - Concejales y asamblearios madrileños-. Acabado el camino por arriba, Garzón intenta forzar la unidad popular desde abajo, consciente de que las bases son el principal activo de cualquier movimiento social y político. Y no sólo eso, sino que podrá sumar a su propuesta a líderes de ciudades tan importantes como Barcelona y Madrid -Carmena, de tradición comunista, ¿ a quién apoyará?- e incluso a líderes de Podemos como Teresa Rodríguez o el propio alcalde de Cádiz críticos desde el principio ( y actualmente) con la gestión de Pablo Iglesias al frente de la formación que comparten. Iglesias tiene en su mano la posibilidad de evitar la disociación de una misma propuesta común en opciones políticas distintas, con las consecuencias de pérdidas de apoyo y segregación del voto que esto conllevaría. Le toca reflexionar al joven madrileño sobre la conveniencia de vencer, desde la humildad de la generosidad, a la vanidad inalienable en cada agente humano. De lo contrario, quizás le recordaremos como aquel líder carismático que supo sacar de quicio a quiénes se resisten a aceptar la transformación inevitable de los tiempos, pero que se convirtió en un juguete roto manejado por la ambición y prepotencia propias de quien se cree en posesión de la verdad absoluta.
La realidad nos exige consenso y generosidad, debemos ser conscientes de que el único acuerdo capaz de satisfacer la necesidad común no debe ser propiedad de nadie, y a la vez de todos. Por cierto, la película termina con la captura del joven Brian por parte de la patrulla del gobernador como consecuencia del no acuerdo entre ambas organizaciones partidistas.
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