Llevamos ya dos tres días con el asunto de la web. En realidad nunca es mala la abundancia de información, pero hay quien prefiere incordiar. Todos los partidos tienen su portavoz. Se trata de un sujeto o de varios dedicados a aclarar conceptos, callar lo que no conviene al grupo y hasta dirigir la más descarada propaganda de cara a las urnas. Carmena sabe que no le perdonarán ni la más mínima equivocación. Ya puesta, la oposición podría criticar la política social que Ahora Madrid ha impuesto hasta la fecha; podría poner reparos al hecho de frenar desahucios, crear comedores infantiles y ahorrarse algunos millones con la supresión del coche personal, pero se ve esto no escandaliza lo suficiente, no pone contra la cuerdas a la izquierda en el poder. “Miralos, ¿ves? Ya están con sus tufos totalitarios. Es que lo llevan en los genes”, dicen los del bando de Esperanza. Se da la circunstancia de que Carmena está viva por un azar de los totalitarios. Así que, por un tremendo contrasentido, la mujer que toda su vida luchó por la democracia, se ve ahora motejada de fascista. Tiene bemoles gobernar Madrid desde la izquierda. Cuando en periodismo el profesor nos explicaba la estructura informativa nos decía que entre el sujeto que informa y el sujeto que recibe el mensaje no podemos hacer demasiado ruido porque esto distorsiona toda la comunicación. La prensa de la derecha está haciendo demasiado botellón difamatorio con las dubitaciones de la alcaldesa de Madrid. Es cierto que hasta la Asociación de la Prensa se ha quejado también, pero hay que partir de un hecho: no todos los periodistas pensamos igual. Cuando mataron a Javier Verdejo me echaron de la Asociación por criticar su silencio. Nadie en su sano juicio creería hoy que mi actitud fue dictatorial y totalitaria. Más bien al contrario. Carmena dice que la democracia es el derecho a equivocarse y lo peligrosos es lo contrario, no admitir ningún error, creerse en posesión de la verdad absoluta hasta en los cajeros autonómicos. Por cierto, en tres veces por lo menos, el Ayuntamiento ha negado que vaya a imponer una tasa turística. Tranquilo pues el partido conservador.
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