Los resultados para el Partido Popular tras las últimas elecciones europeas, autonómicas y municipales, no sólo han supuesto un varapalo desde el punto de vista cuantitativo, con la pérdida de 2´5 millones de votos respecto a las generales del 2011, sino que le han ocasionado una importantísima pérdida de poder institucional.
Después del 24 de mayo, tuve la oportunidad de escribir un artículo en estas mismas páginas al que titulé ¿pero quién ha ganado las elecciones? en el cual divagaba sobre los próximos Gobiernos, independientemente del número de votos obtenidos en las urnas.
Los pactos postelectorales en Autonomías y Ayuntamientos han dejado un escenario que, seguramente, no era el esperado, y mucho menos el deseado, por muchos de los votantes. Es verdad que el ganador numérico lo fue el PP, pero en la práctica, ha perdido Autonomías y Ayuntamientos en donde, desde hace muchos años, ha venido siendo la fuerza hegemónica.
Por el contrario, el PSOE, menos votado, ha alcanzado gran cantidad de Gobiernos impensados, gracias a pactos con populismos y radicales ó ha conseguido auspiciar, con sus votos, Gobiernos de esas fuerzas emergentes que ya empiezan a producir efectos preocupantes para la ciudadanía. Al PSOE no le ha importado aliarse con quién fuera con tal de desbancar al PP, echándose en brazos de esos populismos que, seguramente, acabarán pasándole factura.
En estas condiciones, el PP empieza a mover ficha. Sus cabezas pensantes se han dado cuenta (espero que no sea tarde) que su inmovilismo en una sociedad rápidamente cambiante, no podía conducirles a nada positivo, teniendo en cuenta la proximidad de las elecciones generales. Ha empezado a tomar la iniciativa, no solamente en el Parlamento sino también en la calle y ha celebrado una Conferencia Política de indudable trascendencia pública. Ha iniciado una tímida bajada de impuestos, sobre todo para la sufrida clase media de nuestro país, pero que avizora un mejor futuro para nuestros bolsillos, si continua mejorando la situación económica.
También ha hecho un ejercicio de responsabilidad garantizando unos próximos Presupuestos Generales, independientemente de elecciones, y ha intentado dar una pequeña satisfacción, sin conseguirlo, a un sector de su electorado, decepcionados con su posición tibia con respecto a la Ley del Aborto de la Sra. Aido. En lo estrictamente político, pendiente de un próximo Congreso, empieza a introducir términos, hasta ahora tabús, como las elecciones primarias para elegir a los Presidentes, la limitación de mandatos ó la obligación ¡¡¡ por fin!!! de ocupar un solo puesto institucional por persona, eliminado las duplicidades, tan abundantes en la actualidad, etc. En definitiva, acercando el Partido a realidades que lleva mucho tiempo pidiendo la calle.
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