Hay una primavera silenciosa que está empezando a propagarse por el mundo entero y que empieza a tener conciencia de que esto es más que una crisis económica y de régimen: es una crisis de civilización.
Nuestra cultura tiende a simplificarlo todo pero aún así los mensajes que se están lanzando, como el del Papa Francisco en su encíclica, Laudato si, son complejos y tenemos que hacer el esfuerzo de estudiarlos y digerirlos porque hay que hacer una lectura radical de lo que está pasado: radical, en su sentido literal es ir a la raíz. Francisco ha decidido llamar por su nombre al agente desencadenante: el capitalismo que es el modelo económico basado en el lucro a corto plazo. Y este modelo de consumo ha conseguido agotar los recursos naturales y energéticos además de romper los equilibrios energéticos de la Tierra, y que sólo ha conseguido enriquecer aún más a las élites en su avaricia de lucro individual. En el siglo XXI, nos enfrentamos a un gran reto en el que se nos plantea una de las rupturas más profundas de la humanidad; y tenemos que ponernos manos a la obra, aunque sigamos anhelando la normalidad en la que vivíamos sobre el 2005. Seguramente pensaremos que antes estaba todo bien pero llegaron: la Reforma Laboral, los recortes en Educación, Sanidad, etc. y el ataque tan severo que han sufrido nuestros derechos con la llamada “Ley Mordaza”. Vamos a grandes rupturas para bien o para mal. La encíclica papal aborda esta crisis desde el medioambiente, la economía y la política porque estas dimensiones son inseparables; por ejemplo, al uso de energías de carbono viene unido el perjuicio medioambiental como el cambio climático y la no disponibilidad de energías baratas. En el 2005 empezó el declive del petróleo de primera calidad y en el 2014 hemos tenido menos disponibilidad energética per cápita, según datos del filósofo Jorge Riechman, y la lucha por la energía nos lleva a las tensiones geopolíticas. Dice la escritora Noami Klein: “El cambio climático es la narrativa más poderosa contra el capitalismo”. La crisis ecológica determina todos los aspectos de nuestra vida: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos, etc. Los científicos ya han alertado que el cambio climático acabará con el aceite de oliva y el vino en España; esta vez no servirá toda nuestra confianza en el técnica; son necesarios, como enumera el manifiesto “Última llamada”, cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de ciudades, y la organización territorial y sobre todo en valores que guíen todo lo anterior. La sociedad tiene que tener como objetivo el equilibrio con la biosfera y utilizar la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para conseguirlo, además de toda la imaginación, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.
Este siglo será el más decisivo para nuestra historia, ante nosotros se presenta un reto como la revolución neolítica o la revolución industrial. Esta civilización se acaba y hemos de construir una nueva y de la cual tenemos y debemos de ser los y las protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.
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