El milagro del ceramista

“El pintor ceramista atiende al hospitalario anciano, quien ha hecho posible que el artista disponga de su estudio”

José Luis Masegosa
22:57 • 02 ago. 2015

Siempre había sido respetuoso con las supuestas acciones del más allá, con las intercesiones del santoral y con los milagros de tantas y variadas advocaciones que se reparten por doquier. 


Siempre fue así aquel pintor ceramista  formado en las alfarerías y talleres sevillanos, en los que anduvo empleado durante varios años. Poseedor de innegables cualidades artísticas  de buen gusto y talento, el alfarero dejose llevar un buen día por la popularidad y fama del Cristo de Medinaceli, que los almerienses veneran en la catedral. Con la excusa de un viaje a nuestra capital acudió al tradicional besapiés y a conocer la talla del Nazareno. Absorto en la contemplación de la imagen no se percató de la presencia de un octogenario que ocupó un asiento trasero. 


Acabada la visita, el joven ceramista enfiló la puerta de salida de la catedral-fortaleza cuando fue abordado por el señor mayor, quien se interesó por su persona y por los motivos que le habían llevado hasta el Señor de Medinaceli. El encuentro desnudó las bocas de los dos desconocidos, hasta entonces, quienes se confesaron mutuamente sus respectivas situaciones personales. El octogenario, que atendía a su anciana esposa, invitó al ceramista a cenar y a pasar la noche en su casa. Durante la velada, el anfitrión se lamentó de su estado y de carecer de ayuda alguna, a lo que el artista respondió que a partir de entonces, si quería, ese problema se le había resuelto porque él se ofrecía a cuidarles sin contraprestación alguna. 




La anciana pareja aceptó tan generoso ofrecimiento. Diez años después, fallecida la esposa, el pintor ceramista atiende al hospitalario anciano, quien ha hecho posible que el artista sea autónomo, disponga de su propio estudio en los bajos de la casa de acogida, y, además, se encarga de la promoción y del marketing de los trabajos que realiza el alfarero, de tal guisa que es fácil encontrar alguna de sus obras en varios rincones de la ciudad. Entre la vecindad se dice que el caso del ceramista es un milagro del Cristo de Medinaceli. 






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