El tradicional encuentro veraniego en Marivent, que tendrá lugar el viernes entre el jefe del Estado y el jefe del Gobierno, tendrá esta vez menos carácter protocolario y más contenido real que nunca. No hay tiempo para preguntarse qué tal van las vacaciones en Doñana. El Estado es un caballo desbocado, y la sensación en la calle es la de que la inoperancia, o la inexperiencia, o la abulia, dominan los mecanismos de ese Estado frente a quienes quieren socavarlo, que, por cierto, no son solamente Artur Mas.
Faltan cinco semanas para la celebración de una Diada que va a dar lugar a una enorme efervescencia callejera en Cataluña y a un clima de fatalismo, me temo, en el resto del país. Será ese 11 de septiembre el pistoletazo de salida hacia unas elecciones sin duda plebiscitarias de hecho, aunque no de derecho y, luego, hacia una declaración de independencia en pocos meses, suponiendo que la ´lista única´ de Mas ganase esos comicios, que, al paso al que caminan los no secesionistas, los ganará. Entonces, no quedará otro remedio que negociar con un Mas ensoberbecido, revanchista, dolido por el trato recibido ´de Madrid´.
Pero ¿quién negociará? El Rey no es quién para hacerlo y, además, intentó hace pocas semanas una aproximación a Mas que se reveló, parece, del todo infructuosa. Temo a veces hasta decirlo, pero cada día que pasa me convenzo más de ello: Rajoy no puede pilotar la nueva transición, no sé si Pedro Sánchez o Albert Rivera (Pablo Iglesias de ninguna manera, desde luego). Rajoy no ofrece salidas concretas; se queda en el diagnóstico desastroso, y se queda corto: Cataluña será ingobernable y, lo que es peor, gobernada en lo que se pueda por gentes que han bordeado esa corrupción institucional que durante tantos años ha desprestigiado a esta Comunidad. La izquierda, la derecha, el centro y hasta el anarquismo presentes en la lista única, los confesionales y los ateos, solo coinciden en una cosa: en procurar la independencia. Y a eso anteponen todo. Frente a esa locura, ¿no existe un plan de acción del Estado? Eso es lo que me gustaría saber tras el próximo encuentro entre Felipe VI y Rajoy. Sé que en ese encuentro de dos personajes muy preocupados, aunque sonrían a los fotógrafos en las escalinatas de Marivent, se van a tratar cosas muy graves. Y creo que deberían transmitírnoslas a los españoles, porque todo está cambiando en este país, incluyendo, se espera, las formas de gobernar a los ciudadanos.
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